“Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado. Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende. El que procura el bien buscará favor; mas al que busca el mal, éste le vendrá. El que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas.” Proverbios 11:24-28
Este proverbio es un secreto financiero del Dios del cielo para su pueblo. Repartir con generosidad aumentará el patrimonio neto del generoso, mientras que retener dinero so pretexto de proteger sus ganancias, conduce a la pobreza. Pero ojo, debemos ver este texto con inteligencia, el repartir no se refiere a regalar sin sentido y en forma derrochadora, este verso se refiere a la dispersión de la semilla:
“Dios tiene el poder de darles más bendiciones de las que necesitan para que siempre tengan lo suficiente para ustedes y también para que puedan ayudar generosamente a toda buena causa. Así como está escrito: El justo siembra sus bienes, da a los pobres. Nunca deja de hacer lo que es justo. Dios es quien da la semilla al que siembra y el pan al que se alimenta. De igual manera, les dará a ustedes muchas semillas y las hará crecer para hacer una gran cosecha de justicia de ustedes. Ustedes tendrán toda clase de riquezas para que puedan ser generosos. La ofrenda que ustedes envíen con nosotros, motivará a muchos a dar gracias a Dios.2 Corintios 9:8-13.
El que reparte con amor en la obra de Dios luego traerá una gran cosecha, le será añadido más, en verdad nunca perdemos cuando damos generosamente a Dios y su obra.
Como siempre hace Proverbios hace una comparación entre el generoso y el acaparador: “Y hay quienes retienen más de lo que es justo” Ser mezquino y aferrarse a más de lo justo es conducir a la pobreza. Cuando somos egoístas y poco generosos con lo que Dios nos ha dado, podemos esperar que Dios nos otorgue menos, lo que lleva finalmente a la pobreza.
La codicia, que también es conocida como avaricia, es la tendencia a ser egoísta, tacaño y de acaparar todo para uno mismo. Una persona que es codiciosa quiere tener más de lo necesario o merecido, sobre todo cuando se trata de dinero, riqueza, alimentos u otro tipo de posesiones. La codicia también es conocida como avaricia:
“Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios.” 1 Corintios 6:10
Repartir o dar ensancha el corazón, creces en la fe y confianza que Dios te proveerá, regalar te hace libre y generoso, donar con liberalidad te convierte en un cristiano feliz. Pero sucede todo lo contrario con la persona que retiene todo para sí mismo, este tiene el alma dominada por la mezquindad, está despojado de amabilidad, comprensión, y clemencia, si un cristiano no es generoso, no imita en nada a nuestro Dios y Salvador.
Cuando nacimos de nuevo tuvimos un cambio de naturaleza, nuestra sustancia mundana que nos hacía ególatras, ambiciosos, tacaños y mezquinos murió en la cruz junto con otras debilidades. Dios nos regaló una nueva mente y un corazón regenerado, nos otorgó dones como amor, gozo, benignidad, bondad, así que un creyente no puede seguir siendo una persona cerrada para la generosidad.
¿Te gustaría ser más generoso como lo enseña la Palabra? Pues debes practicar esta disposición virtuosa de DAR, si ejercitas en este don, éste aumentará y tendrás más fuerza y vigor para repartir con amor, pero si sigues permitiendo que el miedo de no tener, te corte el practicar la entrega voluntaria de tus ofrendas, te volverás más tacaño y avaro. El desuso y la negligencia en compartir endurecen el corazón. La bendición de Dios está sobre los que reparten semillas generosas pero su viento contrario está sobre los que retienen más de lo necesario.
Entonces este texto nos habla de dos personajes opuestos: El que reparte y le es añadido más. El salmista dice de él: “Ha esparcido, ha dado a los pobres” Salmos 112:9. Y el apóstol Pablo dice: “El que siembra escasamente, también segará escasamente, y el que siembra generosamente, generosamente también segará”. 2 Corintios 9:6. Y el otro personaje es el avaro que cree que es rico, pero que su fin será maldición. “Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; al que busca el mal, éste le vendrá.”
Que Dios nos ayude a recapacitar sobre cómo administramos todo lo que Él nos da y cambiemos para convertirnos en obreros que sembramos con amor y generosidad.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
Kommentare