Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. Santiago 3: 9-12
Los fariseos, rabinos y escribas judíos tenían la costumbre de levantar sus voces entonando las palabras de adoración como si fueran canciones que salían del corazón de un adorador, pero también eran acusadores afanados contra cualquiera que consideraran un simple publicano.
Esto no coincidía con la imagen que representaban, por un lado, fervientes poetas que pregonaban el Nombre Santo del Padre, pero en su uso normal de hablar, criticones, intolerantes y censuradores de todos.
Pero esta extraña inconsistencia, también era “normal” incluso entre los creyentes judíos, ellos profesaban sobre la fe y el amor de Dios, pero no querían ser tolerantes con los gentiles.
Si hablas a viva voz sobre tu devoción a Dios pero no has aprendido todavía a respetar a tus hermanos en Cristo, que son tan creyentes como tu, salvados, redimidos y perdonados, pueblo hermoso que es llamado, linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios. Entonces estos versos de Santiago deben tocar tu corazón.
Santiago notó que estos creyentes alababan proclamando el nombre del Padre, pero después estaban maldiciendo a los que no eran como ellos.
“Con nuestra lengua podemos bendecir o maldecir. Con ella alabamos a nuestro Dios y Padre, y también insultamos a nuestros semejantes, que Dios hizo parecidos a él mismo. Hermanos, ¡esto no debe ser así!”
Ahora entiendo que si alabo a mi Padre con todo el corazón, lo adoro y le doy gracias con una oración sincera llamándolo mi Señor Amado, pero en un desliz, aunque sea breve, pienso mal, desapruebo, insulto e incluso maldigo a otro creyente, mi lengua se convirtió en un instrumento lleno de veneno mortal, en ese instante, aunque no quiero, al reprobar a mi hermano con cólera, estoy insultando la misma imagen de Dios.
Pretendiendo bendecir a Dios, inmediatamente puedes maldecir su imagen, cuando menosprecias a tu prójimo. Entonces esto es una hipocresía que no debe soportarse, cuando el hombre emplea la misma lengua para bendecir a Dios y para maldecir a los hombres. Quizá sea mejor elegir, tienes dos opciones: o te dedicas a invocar el nombre de Dios con sincera humildad, o para sentirte bien, porque es un desahogo propio del hombre carnal, te pones a criticar, juzgar, condenar y maldecir a tus hermanos en Cristo. Pero ambas cosas no son posibles hacer con la misma boca. Hacer eso es incongruente para un hijo de Dios.
Tenemos que corregir esa inclinación a hablar mal, pensar mal, sospechar, levantar chismes como si fuera la práctica más normal dentro del pueblo de Dios. El que teme a Dios procurará de todas formas, evitar este mal tan feo entre muchos creyentes.
Hace mucho tiempo me reuní con un líder cristiano para contarle sobre el ministerio que recién había empezado: “Ver por ellos”, como a pesar de ser una joven misión tenía una carpeta de fotografías, folletos y el plan de trabajo para un año, estaba tan emocionada que creo que hasta sudaba por el entusiasmo de ser escuchada por esta persona tan importante.
Recuerdo que empecé hablándole sobre los niños de las comunidades andinas, sus necesidades espirituales y materiales, mi llamado espiritual para acudir con ayuda, etc. y entonces me paré para mostrarle las fotos, pero este hermano me hizo un pare con la mano y ya no me dejó hablar.
Cuando salí de esa oficina, fui corriendo al baño a llorar, me preguntaba qué había dicho para merecer sus palabras duras, pero entendí que quizá fue porque no me supe explicar, más tarde mi esposo me reconfortó diciéndome que él realmente no me conocía y lo perdone. Le di al Señor mi pena, y quién diría que esa misma persona se convirtió en mi querido amigo.
Satanás seguirá dándonos motivos para que nos sintamos desairados, despreciados, criticados y todo lo que aparentemente justifica que hables mal de los que consideras "ingratos", pero recuerda, no hay justificación que valga para Dios. Si la bendición y la maldición salen de la misma boca. Sin duda, hermanos míos, ¡eso no está bien! De un mismo pozo no puede salir agua dulce y agua amarga o salada. Tampoco da higos un árbol de aceitunas, ni da uvas un árbol de higos.
Siempre tengo que meterme en la cabeza que así como es algo anormal y hasta monstruoso que de una higuera salgan higos, igual de horrible y antinatural es para un cristiano estar feliz sin tener comunión con Dios, sin amar a los hermanos en la común fe, decir que soy cristiano pero vivir sin leer mi Biblia, sin congregarme con ansias en el templo, sin dar mis diezmos, y encima hablando mal de mi iglesia.
Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, seamos un pueblo que manifiesta el amor de Cristo, no te permitas hablar o condenar a nadie, más bien bendice para que muchos más sean salvos.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
Mi querido hermano en Cristo, te cuento que este año 2021 nuevamente estoy promoviendo una campaña navideña con el ministerio "Ver por ellos", asistiremos a 110 niños de la comunidad de Viscas - Ancash, Perú. Con una pequeña colaboración tuya esos pequeños tendrán una navidad bendecida. Más informes al 998392869. "Más Bienaventurado es Dar que recibir" Muchas gracias por tu donación.
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