“Y vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros soñadores, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros encantadores, que os hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia. Porque ellos os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra tierra, y para que yo os arroje y perezcáis.” Jeremías 27:9-10
Nabucodonosor había invadido Judá en una ocasión y se había llevado muchos cautivos. La nación sin embargo en vez de correr al Señor y arrepentirse seguía sin entender, entonces Dios le pidió a su profeta que usara ayudas visuales en su trabajo profético.
Tenía que hacer coyundas, que eran tiras de cuero usadas para asegurar los yugos y un yugo era madera que pasaba por debajo y por arriba del cuello de un buey de gran tamaño para que el animal pudiera jalar un arado. Una vez fabricado este instrumento Jeremías se puso el yugo a la vista de todos queriendo demostrar el símbolo de servidumbre. La lección era que el pueblo tendría que colocarse bajo el yugo de Babilonia o lo destruirían.
Ningún cristiano quiere aceptar que Dios, quien es Amor y Bondad sea capaz de permitir que la nación tenga un gobernador malvado, tirano y asesino, pero lo que sucedió en Judá fue consecuencia de la rebeldía y la ingratitud, por eso Nabucodonosor fue usado para que el Señor cumpliera la promesa de juicio por el pecado. Dios controla todos los acontecimientos y usa a quien desea.
Jeremías nuevamente tuvo que ser muy valiente para enfrentar al rey: “te debes rendir”, le dijo. Pero eso no estaba en los planes de los líderes, ellos habían planeado formar una alianza y pelear, pero ahora el profeta le pidió algo que era deshonroso completamente, actuar como un cobarde y dejarse derrotar.
Por otro lado había otros personajes que le daban la contra al siervo de Dios, ellos si le decían al rey y a los líderes todo lo que ellos querían escuchar, los adivinos, soñadores, agoreros, encantadores, y falsos profetas prometían y decretaban éxito en todas las empresas, prosperidad y fama, victoria y riqueza, “nadie podrá derrotar a la gran ciudad de Jerusalén, Dios nunca permitirá la destrucción del glorioso templo santo.
Pero Nabucodonosor invadió Judá primero en 605 y luego en 597 a.C., llevándose con él a mucha gente importante que vivía en Jerusalén, incluyendo a Ezequiel y a Daniel. Jeremías predijo que más personas e incluso los enormes y preciosos objetos del templo se llevarían a Babilonia y esto en efecto sucedió en el año 586 a.C. durante la tercera y última invasión babilónica.
Hay gente que prefiere escuchar a los emisarios del diablo, que a los siervos sinceros de Dios. Es que los adivinos juran que son emisarios y ángeles de buena suerte, ellos no corrigen sólo te dicen lo que te gusta. Será por eso que casi no hay lugar en Lima en donde no se ofrezca un “amarre de amor” para los enamorados, una “venganza efectiva” para los rencorosos, o “un baño de florecimiento” para que alcances fortuna.
La experiencia nos enseña suficientemente, que los hombres están más dispuestos a recibir el error y la vanidad que a recibir la palabra de Dios.
Tal y como los reyes de Judá, los reyes de las naciones de los alrededores tenían profetas y similares quienes les decían que Babilonia se retiraría y no los conquistaría. Estos eran:
Adivinos: El que presagia o pronostica. Persona que hace conjeturas sobre el futuro basándose en ciertas señales en lo animado o inanimado de la creación.
Soñadores: Intérpretes de sueños, quienes, de estos pedazos rotos arman un significado basado en sus propias conjeturas.
Agoreros: Observadores de nubes. Adivinos a través del vuelo, color, densidad, rareza, y forma de las nubes.
Encantadores: Los descubridores, los que encuentran las cosas ocultas, los bienes robados, personas que usan encantamientos, y ya sea a través de hechizos o drogas pretenden encontrar misterios, o producir efectos sobrenaturales.
Estos personajes siguen trabajando el día de hoy y metiéndose en la vida incluso, de los cristianos. Por favor tengamos cuidado y recordemos las palabras de Jesús: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.”
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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