top of page
Buscar
Foto del escritorIB La Molina

¿Te respetan tus hijos?

“Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios. Cada uno temerá a su madre y a su padre. Yo Jehová vuestro Dios.” Levítico 19:2-3

Hoy en día algunos padres no saben, o no están seguros si sus hijos los respetan, por eso dejan pasar actitudes como: que sus hijos los reten repetidamente hasta que logren lo que quieren, aceptan que sus hijos griten y puedan ser hirientes en lo que dicen cuando se les ha llamado la atención o sus deseos no se cumplen, permiten que ellos lancen objetos al suelo o a los demás como señal de enojo, que golpeen o pateen lo que está a su alcance, y que finalmente se vayan cortando la conversación golpeando la puerta con furia, o amenacen que se van a ir de casa.


Por supuesto que estas conductas no aparecen de la noche a la mañana, sino que según no sean corregidos ellos seguirán llamando la atención porque en el fondo, están probando hasta dónde les es permitido llegar. Evidentemente entre más faltas de respeto les sean permitidas, este comportamiento irá rápidamente en aumento. Es por ello que los padres deben reaccionar de inmediato y no dejar que las cosas se salgan de control.


¿Cómo debería ser una familia donde Cristo en la cabeza del hogar? Dios responde que la santidad debe comenzar en el hogar, quiere decir que estos gestos de malcriadez no deberían ser actitudes normales entre hijos y padres cristianos.


¿Cómo es un hogar santo? Sabemos que la palabra “santo” significa “separado”. Quiere decir que la santidad de Dios es lo que lo separa a Él de todos los demás seres, lo que hace que Él esté separado y sea distinto de todo lo demás. Significa que Dios es diferente al hombre y a todo lo demás, diferente en su ser y diferente en la grandeza y majestad de sus atributos. Él posee una rectitud como ninguna otra; una justicia como ninguna otra; una pureza como ninguna otra; y un amor, una gracia y una misericordia como ninguna otra.


Pero este Padre Eterno y Santo nos pide: “Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios”

Aunque nuestro Creador es tan Maravilloso y Perfecto nos pide a todos sus hijos, creados a imagen y semejanza de Él que sigamos sus pasos y también seamos santos. Por eso debemos estar separados de la práctica del mundo donde hijos no respetan a sus padres y donde padres provocan ira a sus hijos. Ser santos significa ser más como Dios, estar separados para Él y su verdad y, naturalmente, separarnos de aquellas cosas que no son como Él y no son conforme a su verdad.


Dios es Santo y nos dejó su Santa Palabra escrita para que estas leyes santas y justas sean las que guíen y formen la personalidad de cada integrante de la familia, de ninguna manera las tradiciones humanas, ni las leyes de este mundo que permiten y exigen incluso, acciones sucias e irreverentes pueden ser nuestro ejemplo.


Por ejemplo si heredaste una tradición en tu familia sobre el gobierno del hogar, donde sólo el hombre tiene el dominio total, las decisiones de la economía, la disciplina abusiva, la elección de las profesiones de los hijos, la sujeción y el silencio de la esposa, etc. Nada de esta formación se sujeta a los principios divinos, por lo tanto es idolatría, no es santo y no bendice a los tuyos.


Hermanos la piedad comienza en casa, la fe crece en los miembros de tu hogar cuando das muestras que estás separado para Dios y por lo tanto renuncias a toda práctica que no tiene nada que ver con el propósito de Dios. La formación de hijos que a su vez heredarán su amor a Dios a la siguiente generación, depende si el carácter del jefe del hogar tiene semillas de santidad en su vida y actuar cada día.


Pero este pedido de Dios tiene otra parte muy importante, nos dice que: “Cada uno temerá a su madre y a su padre”

Noten que empieza con “temer a la madre”. La madre se pone primero, quizá porque ella es la que empieza la primera relación con el pequeño recién nacido, ella es la que provee, protege, cuida, vela y aguarda con paciencia el crecimiento del pequeño. Pero es a ella también a quien por descuido, se comienza a faltar el respeto, a desobedecer, a exigir y a amenazar (quizá imitando los mismos gestos de la otra autoridad del hogar). Desgraciadamente cuando existe un padre que no forma y una madre que no disciplina, se acaba la honra a los padres, y si estos niños sin límites crecen así, seguirán en guerra con todos los mayores, destruyendo los cimientos de toda la sociedad.


El respeto a los padres es un tema que recibe gran atención en el libro de Proverbios:

  1. Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. 1:8.

  2. Cumple al pie de la letra con los mandamientos de tu padre y con las enseñanzas de tu madre. 6:20

  3. El hijo sabio alegra al padre; Y el hijo necio es tristeza de su madre. 10:1

  4. El hijo necio es enojo a su padre, y amargura a la que lo engendró. 17:25

Estas enseñanzas de honra a los padres, empezando por la madre, no son leyes que han pasado de moda o que se descartan porque son “otros tiempos”. Desgraciadamente hay muchos hogares cristianos el día de hoy que ignoran estas palabras porque quieren seguir viviendo según sus propias normas.


El temor que pide Dios a los hijos para sus padres, incluye respeto, obediencia, cuidado, esfuerzo por complacerlos y hacerlos sentir cómodos, y evitar cualquier cosa que pueda ofenderlos y entristecerlos, o provocar su decepción. Tanto el padre como la madre deben ser considerados como merecedores de iguales muestras de honor, respeto y reverencia. Pero claro, no olvidando que será más fácil honrar a padres que buscan ser santos como lo es el Señor. La santidad comienza en el hogar cuando los padres buscan imitar a Dios, entonces los hijos mostrarán el respeto y honra que se merecen.


Con amor


Martha Vílchez de Bardales


164 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comentários


bottom of page