"Cuando Mardoqueo se enteró de lo que había dicho Ester, mandó a decirle: «No te imagines que por estar en la casa del rey serás la única que escape con vida de entre todos los judíos. Si ahora te quedas absolutamente callada, de otra parte vendrán el alivio y la liberación para los judíos, pero tú y la familia de tu padre perecerán. ¡Quién sabe si no has llegado al trono precisamente para un momento como este! Ester le envió a Mardoqueo esta respuesta: Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa, para que ayunen por mí. Durante tres días no coman ni beban, ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, ayunaré con mis doncellas al igual que ustedes. Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley." ¡Y, si perezco, que perezca! Ester 4: 12-15
Ayer nos quedamos con Mardoqueo sentado y completamente conmovido por el futuro de su nación. Ester se enteró que yacía vestido de cilicio y se preocupó por él, muy solícita mandó vestidos nuevos para que se cambiara y se quitara el vestido de luto, pero Mardoqueo no los aceptó.
Antes de intentar consolar a alguien que sufre, callando su dolor, lo primero debe ser escucharle con respeto y comprensión.
Ester recién entendió esto y mandó a un siervo para averiguar qué había provocado ese intenso dolor. Imagino a Mardoqueo dominando su llanto para comunicar a la única persona que parecía ignorar el decreto firmado por el rey. Los judíos que estaban esparcidos en todo el reino fueron conscientes de esta ley contra ellos, a tal punto lo conocían que siguieron el ejemplo de Mardoqueo y todos entraron en ayuno y lamento. Todos estaban enterados por el decreto real, menos Ester.
Mardoqueo entonces le hizo comunicar todo lo que le había acontecido: el soborno de Amán, la futura destrucción de los judíos, la oferta de Amán de entregar un caudal de plata a los tesoros del rey a cambio de la destrucción de los judíos. Además le hizo llegar la copia del decreto que se había sido publicado en Susa para que fueran exterminados los judíos completamente.
Mardoqueo junto al edicto, le hizo llegar un pedido peligroso a Ester, que ella como esposa, vaya ante el rey a suplicarle y a interceder delante de él por su pueblo.
Como ustedes saben, Ester al principio se afligió mucho por Mardoqueo, por eso mandó enviarle trajes, pero ahora al enterarse del pedido que implicaba poner en peligro su vida, pareció titubear. Lo que sucedía era que solo tenía permitido venir al rey cuando él la llamaba, y si ella venía por voluntad propia, podría ser ejecutada por el atrevimiento de acercarse al rey sin haber sido invitada. Ester temió por su propia vida más que por el asesinato de su pueblo al quebrantar las costumbres de la corte persa.
Ella dijo: “Yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta días” lo cual significaba que no había visto a su esposo por un mes completo.
Mardoqueo parece enojarse ante la aparente cobardía de Ester, y dice:¡No pienses que escaparás! El decreto era contundente, ella también era judía. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos.
Algunos exegetas afirman que esta es la mención que se da en el libro de Ester, de Dios, el término “respiro” puede significar: Liberación, Aire, aliento, viento, espíritu, olor, fragancia, aroma. Así como Dios liberó a su pueblo de Egipto Génesis 45:5-7, los liberará de Amán.
La confianza de Mardoqueo estaba en la fidelidad de Dios, no en la fidelidad de Ester.
Él sabía que Dios no abandonaría a Su pueblo, aun cuando los individuos lo abandonen a Él. “Mas tú y la casa de tu padre pereceréis” Mardoqueo recordó a Ester que aunque el destino del pueblo de Dios dependía de Dios y no de ella, su propio destino dependía de su propia fidelidad a Dios.
Y aquí viene el verso que ha sido de inspiración a miles y miles de creyentes a través de todos los tiempos:
¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino? Mardoqueo sabía que Dios había promovido a esta huérfana en exilio, por un propósito, y Ester debía de tener el valor y la sabiduría para caminar en la voluntad de Dios.
Por alguna razón nos toca vivir en este tiempo, por alguna razón somos probados o padecemos debilidades o estamos en bendición. Dios nos promueve o nos coloca en algún lugar por una razón, y necesitamos el valor y la sabiduría para encontrar esa razón y caminar en ella.
Hacerte la pregunta ¿qué propósito tendrá Dios para que esté pasando por esta circunstancia? Tendrá una respuesta que sólo a ti te toca obedecer.
Con amor
Maartha Vilchez de Bardales
Comments