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Foto del escritorIB La Molina

Esperar en Ti

"Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová". Salmo 40:1-3


Hoy cumplimos cincuenta y seis días en cuarentena, y seguiremos así porque el presidente acaba de anunciar que ésta se prolongará dos semanas más. Como madre, mujer adulta y cristiana puedo asimilar esta dilación del encierro con tranquilidad, pero mi corazón se estruja cuando pienso en los jóvenes que sienten sus esperanzas frustradas, en los hombres que no pueden trabajar, en los niños que se están olvidando del parque, o simplemente en todos los que ya no aguantan el encierro.

El Salmo que les comparto lo busqué adrede, quiero escribir a mis amigas amadas, y a todos los que están buscando el consuelo que trae la Palabra de Dios.





En varios Salmos de David, él usó repetidamente la palabra “esperar en Dios”, él esperó con diligencia, firmeza, valor y perseverancia en Dios, aquí algunos de esos versos: “En ti he esperado todo el día” (Salmo 25:5) “Integridad y rectitud me guarden, porque en ti he esperado“ (Salmo 25:21) “Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová” (Salmo 27:14) “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él” (Salmo 37:7) “Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra” (Salmo 37:9)

Saber esperar es una virtud que implica mucho control, puedes esperar cuando sabes que hay una fecha prometida para recibir lo que pediste, puedes esperar cuando en el fondo estás seguro que lo que deseas llegará tarde o temprano. Saber esperar implica tener esperanza e incluye paciencia, esa cualidad que se opone a la ansiedad, irritabilidad y el afán. Pero, ¿quién puede esperar tranquilo que esta pandemia se acabe? David esperó mucho en el Señor, pero esa espera tuvo respuesta en el momento más duro de la prueba, cuando se sentía atrapado en el pozo de la desesperación. Estando en esa oscuridad él pudo ver espiritualmente a Dios inclinándose para oír su clamor.

Meditando sobre el significado del pozo donde cayó David, encontré que esta era una fosa desolada, un lugar de tormento, una cisterna profunda y oscura, un lugar donde no había nada vivo, sólo muerte y soledad. Pero David agrega que encima de ser horrible este pozo le añadió el lodo cenagoso. ¡Como si ya no fuera terrible estar hundido en la desgracia! viene sobre el doliente, olas de lodo pantanoso que buscan ahogarlo.

¿Alguna vez has esperado a Dios hundido hasta la cabeza como David? David hundido y a punto de morir, sin embargo esperó pacientemente al Salvador, y Dios vino, se inclinó hacia él, escuchó su clamor, lo sacó del encierro, lo puso en un lugar seguro y enderezó sus pasos.

Todos estamos propensos a caer en la crisis de la no esperanza, no hay futuro, no hay remedio, no hay vacuna, no hay dinero, no se ve a la familia, no hay proyectos ni sueños, no hay templos abiertos, no hay libertad, no hay, no hay. ¿Se puede decir que estamos cayendo en el pozo que tiene nuestro nombre propio?

Dios libró a David de su crisis cuando él esperó pacientemente la respuesta, la liberación hizo que David alabara al Señor con todo el corazón. Creo que todos los creyentes hemos experimentado más de una vez una liberación divina, pero a veces la mente es ingrata y fácilmente olvida esos hitos de redención.

Para esperar pacientemente al Señor puede ayudar que hagas memoria cómo Dios te rescató innumerables veces de los distintos pozos de angustia en los que caíste. Lo que estamos viviendo hoy con la pandemia, no lo puedes resolver, sólo esperar, porque no tenemos control sobre esta enfermedad. Pero puedes escoger la actitud con que vas a esperar. David nos da la salida para no exasperarnos, cuando nos declara:


“Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.” Salmo 39:7

Esta frase me hace recordar una canción: Esperar en ti, difícil sé que es, mi mente dice no, no es posible, pero mi corazón, confiado está en ti, tú siempre has sido fiel, me has sostenido, y esperaré, pacientemente, aunque la duda me atormente, yo no confío con la mente, lo hago con el corazón. Y esperaré en la tormenta, aunque tardaré tu respuesta, yo confiaré en tu providencia, tu siempre tienes el control.

Oración: Dios sólo puedo acudir a ti cuando nadie comprende lo que hay en mi corazón. Ayúdame a esperar con paciencia tu respuesta, tú tienes el control de todo. Esperaré en ti. Amén.


Martha Vílchez de Bardales

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