“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” Efesios 6:1-3
En el primer siglo, cuando se escribió este pasaje, las familias estaban presididas por padres que podían hacer lo que quisieran en sus hogares. Roma tenía una ley llamada patria potestad, que significaba “el poder del padre”. A los hombres que eran ciudadanos romanos se les otorgaban derechos absolutos de propiedad sobre sus familias. Por ley, los hijos y la esposa eran considerados bienes como muebles personales del patriarca, y éste podía hacer con ellos lo que quisiera. Un padre descontento podría repudiar a sus hijos, venderlos como esclavos o incluso matarlos si así lo deseara. Cuando nacía un niño, se colocaba al bebé entre los pies del padre. Si el padre recogía al bebé, el niño se quedaba en la casa. Si se daba la vuelta y se alejaba, el niño era dejado morir o vendido en una subasta.
Quizá esta información te sea chocante, pero las cosas no han cambiado para mejor porque millones de bebés no deseados son abortados cada año. Los niños se han convertido en un bien desechable en nuestra sociedad, tal como lo eran en la antigua Roma.
Pero así como hay personas viles que desprecian a los niños, también hay personas que creen que se le debe dar a esa personita en formación los derechos de vivir en "completa libertad" o respetando su "personalidad precoz" o "darles la categoría de reyes y reinas del hogar". Existen corrientes que por ejemplo enseñan que todo niño debe experimentar las consecuencias naturales de sus errores por lo tanto puede hacer lo que quiera. Y también argumentan que el niño debe aprender en un entorno de aceptación y mucho amor propio por eso no deben ser limitados en nada.
La Biblia nos enseña todo lo contrario, los niños son una bendición, pero necesitan instrucción cristiana, porque llegado el momento también podrán experimentar el nuevo nacimiento.
Soy consciente que es muy difícil ver en una criatura tan esperada y hermosa a alguien con una naturaleza pecaminosa, pero si no somos capaces de ver esta realidad doctrinal lo que sucederá es que esa criatura vivirá sin obediencia y por lo tanto tendrá una vida de rebelión hacia los padres, Dios y, en última instancia, hacia toda autoridad.
Pablo dice: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres”. La palabra griega traducida como “obedecer” viene de dos palabras, “bajo y escuchar” de modo que literalmente significa “escuchar con sumisión''.
Primero: Si queremos que esos pequeños revoltosos se conviertan en niños obedientes debemos enseñarles primeramente a escuchar. Una vez me enseñaron que si quería que mis hijas me obedecieran debía pedirles que me miren a los ojos y en esa posición recién darles mi pedido. Muchas veces damos órdenes levantando la voz, pero sin pedir primero la atención del niño, eso sólo hace que terminemos gritando enojados.
Enseñar a obedecer es difícil porque los hijos tienen su propia personalidad y cuando esta se está formando, intentan saber cuáles son sus límites desafiando, desobedeciendo y negándose a toda orden. Nosotros como padres debemos buscar la completa atención de esas pequeñas y tercas criaturas para recién darles las órdenes que deben ser comprendidas, para después ser obedecidas.
Segundo: Para obedecer a sus padres, los hijos deben someterse a ellos. “Escuchar bajo” tiene la connotación de someterse a la autoridad y responder positivamente cuando se le habla. Por supuesto que la obediencia no es la reacción normal de los niños. Más bien en lugar de responder positivamente a las instrucciones de los padres, ellos tienden a responder negativamente porque quieren salirse con la suya. Pero como padres debemos perseverar porque es nuestra responsabilidad formar un hijo que se sujete a Dios y su Palabra.
Mientras los hijos estén bajo la autoridad de sus padres, deben reconocer que esta autoridad es dada por Dios. Así dice Romanos 13:1 “no hay autoridad sino la que viene de Dios.” Los hijos deben obedecer y honrar a sus padres porque es justo dice Pablo. La primera razón que da Pablo es simplemente porque es correcto. “Dikaios (derecha) se refiere a lo que es correcto, justo, justo, a lo que es exactamente como debería ser”. Esta es la forma en que Dios quiso que funcionaran las familias y, por lo tanto, es justo y agradable para él.
Pero también la obediencia a los padres trae prosperidad. Pablo cita el quinto mandamiento en Éxodo 20:12. Él dice: “Honra a tu padre ya tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra”. En este mandamiento, Dios le prometió a Israel que le iría bien a un hijo que obedecía a sus padres, el hecho de que Pablo repita esto en el Nuevo Testamento significa que esta promesa sigue siendo cierta para nosotros hoy.
Dios promete bendecir la vida de un hijo que obedece a sus padres. Un niño obediente desarrollará patrones saludables y rasgos de carácter como la honestidad, el respeto, la generosidad, paciencia, bondad y todo ellos será de bendición cuando crezca como un joven o una señorita íntegra que ama a Dios.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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