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Foto del escritorIB La Molina

El verdadero ayuno

“Porque día tras día me buscan, y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara la justicia, como si no hubieran abandonado mis mandamientos. Me piden decisiones justas, y desean acercarse a mí, y hasta me reclaman: “¿Para qué ayunamos, si no lo tomas en cuenta? ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas?" »Pero el día en que ustedes ayunan, hacen negocios y explotan a sus obreros”. Isaías 58: 2-3.


El trabajo de Isaías como profeta fue un trabajo muy duro, denunciar a un pueblo que se creía perfecto y especial por haber sido escogido por el propio Señor, era una tarea que ningún pastor quisiera tener, sin embargo era una tarea que si o si debía ser hecha por él. Ya se imaginan los gestos y miradas que el pobre ministro habrá recibido como respuesta.


Israel practicaba ceremonias religiosas como ayunos, supuestamente para dar evidencias de su “piedad” y con el pretexto de buscar el favor divino, sin embargo, no lo lograba, entonces dejando de lado el rito comenzaron a alzar la voz en protesta por la “indiferencia divina” ante sus sacrificios y ayunos. ¿Has visto a un cristiano religioso y legalista molesto?


Un religioso se molesta porque no se hacen las cosas a su manera, porque su voz no es escuchada y respetada (como tiene comunión y es el más espiritual debe ser honrado en la Iglesia), porque sus sacrificios como sus diezmos, ayunos, vigilias etc. no son alabados justamente como ejemplos de humildad.


Israel tenía esta enfermedad, se contagió de un severo ataque de religiosidad fulminante y entonces todas sus prácticas no eran sino ritos señoriales, porque antes de arrepentirse fueron injustos y hasta opresivos con su indiferencia ante la miseria y pobreza de su sociedad, de su egoísmo que lo encerró en sí mismo, insensible de las enormes necesidades de su prójimo. Si Israel hubiera practicado y promovido la justicia social, entonces la respuesta de Dios hubiera sido totalmente diferente, hubiera experimentado las bendiciones abundantes de Dios.


“Ustedes sólo ayunan para pelear y reñir, y darse puñetazos a mansalva. Si quieren que el cielo atienda sus ruegos, ¡ayunen, pero no como ahora lo hacen! ¿Acaso el ayuno que he escogido es sólo un día para que el hombre se mortifique? ¿Y sólo para que incline la cabeza como un junco, haga duelo y se cubra de ceniza? ¿A eso llaman ustedes día de ayuno y el día aceptable al Señor? El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes? Isaías 58: 4-7


El Señor había enseñado a su pueblo la práctica del ayuno, cuando él pidió este sacrificio esperó que Israel aprendiera a negarse a sí mismo, arrepentirse de sus pecados, humillarse delante de su Creador, pero ¡qué rápido hicieron que esta expiación se volviera simplemente un rito hipócrita y sin valor sincero, una práctica cristiana se vuelve religiosa e hipócrita cuando está salpicada de orgullo y vanidad. La actividad mística hipócrita impide el efecto de la oración.


¿Qué le podía importar a Dios un grupo de mentirosos mortificándose por no comer cuando sus corazones estaban tan lejos de él? No comían, ni les importaba dar de comer lo guardado, a los que tenían hambre y sed.


Isaías tuvo que echarles en cara sus egoísmos, tuvo que armarse de valor para exigirles que cambien de actitud y obedezcan la verdadera solicitud de Dios:

  • “Comparte tu pan”

  • “Da refugio a los pobres sin techo”

  • “Viste al desnudo”

  • “No dejes de lado a tus semejantes”

Si así procedes, tu luz despuntará como la aurora, y al instante llegará tu sanidad; tu justicia te abrirá el camino, y la gloria del Señor te seguirá. Llamarás, y el Señor responderá; pedirás ayuda, y él dirá: "¡Aquí estoy!" Si te dedicas a ayudar a los hambrientos y a saciar la necesidad del desvalido, entonces brillará tu luz en las tinieblas, y como el mediodía será tu noche. Isaías 58:8-10


Despreciar al necesitado era como tener un dedo acusador sobre él, hacer ayunos egoístas eran como ofrecer sacrificios malolientes en el altar de Dios, Isaías gritó con fuerza, no reprimió su enojo, su voz se alzó como trompeta y denunció al pueblo su indiferencia, y hoy su voz se sigue alzando, se mete en nuestras Iglesias y nos exige lo mismo, no caigamos en el acto de ofrecer alabanzas descuidando lo evidente, como es un hermano sin pan.


Que la Palabra de Dios siga cambiando tu modo de pensar.


Martha Vílchez de Bardales


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