"Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas: Un hombre plantó una viña, la cercó de vallado, cavó un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de éstos del fruto de la viña. Mas ellos, tomándole, le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviarles otro siervo; pero apedreándole, le hirieron en la cabeza, y también le enviaron afrentado. Volvió a enviar otro, y a éste mataron; y a otros muchos, golpeando a unos y matando a otros. Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra. Y tomándole, le mataron, y le echaron fuera de la viña. ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá a los labradores, y dará su viña a otros." Marcos 12: 1-9
Los eventos que nos narra Marcos sucedieron sólo unos días previos al arresto y crucifixión en la cruz. Como hemos visto en varias oportunidades los principales sacerdotes y escribas buscaban una ocasión para acusar al Señor, entonces Él, como una manera de responderles ante la constante duda de su autoridad en el ministerio, ofreció esta parábola a los que estaban presentes en el templo ese día.
La parábola nos muestra el trato entre el dueño de una viña y unos malos trabajadores. Este tipo de relación de arrendar a labradores una propiedad, era una práctica común en los días de Jesús, especialmente en la región de Galilea. Arqueólogos han descubierto registros de este mismo tipo de disputa entre terratenientes y labradores.
Como vemos el propietario había proporcionado una situación rentable y beneficiosa para quienes arrendaban la viña, pero estos obreros fueron astutos e ingratos y buscaron aprovecharse de la amabilidad y provisión del propietario.
La parábola trata principalmente de la nación de Israel; ella es representada como el viñedo, y los judíos vendrían a ser los labradores que arrendaron la viña. Dios es el dueño de la viña. Jesús quiso revelar la situación de Israel en ese momento y cómo veía Dios la función de los sacerdotes y escribas.
Veamos los detalles de la parábola: Primero el Dueño de la viña. Debe llamarnos la atención cuánto cuidado tuvo este personaje con la viña. El cuidado que le dio a su tierra refleja cuidado y atención. Puso un seto alrededor, cavó un lagar, construyó una torre. En todo esto demostró la planificación que tomó para que su viñedo tuviera éxito. Al alquilarla les dio a sus arrendatarios todo lo necesario para producir mucho fruto.
Los detalles que tomó el propietario de la viña muestran el mismo cuidado que Dios tuvo para con su pueblo, Israel. La protegió de todos sus enemigos, puso barreras para que nadie les cause daño, creó torres con vigilantes para que sirvan de advertencia y no cometan ningún error. Proporcionó profetas fieles en toda su historia para que enseñen al pueblo los mandatos de Dios, leyes que servirían para que se identifiquen como hijos de Dios.
En verdad Dios bendijo a Israel con una tierra que fluía leche y miel, y los mantuvo por generaciones. nada les faltó para sentirse prósperos y fuertes. Entonces le dio el encargo a los hombres para que cuidaran de su pueblo (aquí les hablaba directamente a los principales sacerdotes y a los escribas. Ellos serían los responsables del bienestar espiritual de Israel. Tenían todo lo necesario para cumplir la tarea encomendada. Entonces Dios esperó que fueran diligentes en la obra, que usaran sus habilidades para asegurar la prosperidad de Israel. Pero ellos fueron egoístas. Porque apenas el propietario no estuvo presente, ellos no honraron al Señor.
En el momento de la cosecha, el propietario envió una delegación para recibir su parte de la cosecha. Era lo justo. ¿Acaso no les había dado todo en bandeja para puedan hacer una gran cosecha? El dueño del viñedo esperaba que los arrendatarios ofrecieran una cierta parte de la abundancia con él. Pero los obreros que trabajaron dentro del viñedo les molestó tener que rendir cuentas al propietario y menos compartir con él las ganancias. Algunos actúan así, reciben y reciben, pero no quieren darle al Señor las primicias de las bendiciones y encima se molestan.
La parábola cuenta que los malos arrendatarios tomaron represalias contra todos los que llegaron, los agarraron a golpes, los maltrataron, hirieron y los despidieron con las manos vacías. Sin embargo el dueño de la viña tuvo una paciencia infinita, volvió a enviar a otro siervo, y a éste le arrojaron piedras, lo hirieron en la cabeza y lo enviaron lejos completamente avergonzado. ¡Pero estaba pidiendo lo justo! El dueño pensó que mandar a su hijo sería la solución, pero cuando vieron al futuro dueño, finalmente, lo asesinaron.
Claramente, Jesús reveló un escenario que había sido repetido a lo largo de la historia de Israel. Aquellos a quienes Dios envió para guiar espiritualmente a Israel y advertir a ellos de sus pecados, no fueron honrados ni aceptados. Muchos fueron abusados y algunos fueron asesinados.
¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Pregunta Jesús en la parábola. Sin duda, Jesús quería llamar la atención de algunos que escucharon esta parábola. Cuando hizo esta pregunta seguramente los sacerdotes se dieron cuenta de a quienes se refería. Entonces Jesús reveló el castigo que recibirían los labradores debido a su trato al hijo del dueño. Vendría y destruiría a los labradores, aquellos a quienes había puesto la viña, para dar la viña a otros.
Los sacerdotes y maestros de la ley entendieron que aquella parábola se refería a ellos: La enseñanza traspasó hasta el corazón. Tuvieron la oportunidad de reaccionar a la futura condena del Espíritu Santo, tuvieron la oportunidad de recibir y no rechazar. Pero no aprovecharon la oportunidad y planearon asesinar a Jesús en lugar de arrepentirse delante de Él.
También Israel rechazó a Jesús como el Cristo y esto trajo consecuencias a toda la nación. Ellos siguen siendo el pueblo elegido por Dios, y Él los reunirá en los últimos tiempos, pero el Evangelio fue tomado de los judíos y entregado a los gentiles para que lo compartan en todo el mundo. Ellos rechazaron a Cristo, por eso Dios llevaría la Buena Nueva a diferentes personas, confiándonos el ministerio de trabajar dentro del viñedo.
En esta parábola también podemos notar que Jesús sabía que Él era el Hijo de Dios y que sabía que pronto sería asesinado. El Hijo fue el mensajero final. No habría otro más. Este año tienes la oportunidad de darle a Cristo la bienvenida a tu vida. No rechaces al Hijo de Dios porque después de Él no hay nadie más.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales.
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