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Foto del escritorIB La Molina

El proceso es de Dios

"Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra." Marcos 4: 30-32





Estar comprometido en la difusión del mensaje del Evangelio puede ser algo desalentador. Pareciera que los esfuerzos por compartir el mensaje bíblico de amor no traen resultados, aparentemente la semilla cae en tierra estéril, todo parece inútil, porque hay muy poca respuesta de los incrédulos, pero también de los creyentes.


Cuando predicamos el evangelio sabemos que es un mensaje de Vida y lleno de Amor, pero los que andan medio muertos por el pecado no parece importarles porque lo rechazan de plano. Sin embargo, la luz de la salvación se debe dar a los que están en tinieblas, aunque prefieran sus tinieblas, a la luz de Cristo.


Las glorias de Cristo y de la Biblia deben continuar predicándose a la iglesia, aunque algunos de sus miembros, prefieren postergar participar de un culto porque quizá les parece las noticias más aburridas imaginables. Eso puede resultar muy desalentador.


Pero el desaliento no es sólo para los predicadores, hay algunos creyentes evangelistas que comparten su fe con responsabilidad y muchas veces se encuentran atacados cuando lo hacen y son ignorados, ridiculizados o atacados. Las personas que amas y deseas ver salvadas parecen como si les importara menos lo que tienes que decirles sobre la condición de sus almas. Eso puede resultar muy desalentador.


Esta parábola de la semilla de mostaza tiene un gran valor en mi vida como cristiana. Dios me habló por medio de ella cuando era muy joven y conocí a quien sería mi esposo. En resumen me dijo que ese joven ilusionado por servir a Dios, aunque era un muchachito de menos de 20 años, se iba a convertir en un árbol bien plantado, y con raíces profundas y largas ramas, mi enamorado fue en ese tiempo mi semilla de mostaza.

Esta parábola ofrece esperanza a todos aquellos que toman el tiempo de compartir su fe con los demás. Esta parábola nos enseña que la semilla del Evangelio tiene poder. Nos enseña que, si bien es posible que no veamos resultados inmediatos por nuestros esfuerzos, el Evangelio dará frutos en el tiempo del Señor.


Cuando siembras la semilla, de cualquier lugar que lo hagas, comienza a tener lugar un proceso misterioso. Este proceso es una obra soberana de Dios. Este proceso a menudo está oculto a la vista del hombre. Sin embargo, este proceso da como resultado vidas cambiadas y almas salvadas.


Los rabinos judíos decían que la semilla de mostaza era la más pequeña de las semillas. Pero a pesar de su insignificancia llegaba a tener una altura de casi 4 metros de altura. ¡El crecimiento espiritual puede comenzar muy pequeño, pero sus resultados son enormes! En la medida en que la semilla del Evangelio crece en el corazón del individuo lo conducirá a parecerse a Cristo.


Todos los que leen este devocional, espero que entiendan esta hermosa verdad divina. Hemos sido enviados a un mundo perdido y moribundo para contarles a otros lo que Jesús ha hecho por nosotros. Nuestra tarea es sembrar semillas del amor de Dios sin descansar ni frustrarnos.

Cuando compartimos el Evangelio con otra persona, Dios se encarga del resto, no puedes tener absoluto control de los resultados, no debes preocuparte si no ves con tus ojos naturales cómo crece el número de hijos de Dios. Nuestro deber es sembrar la semilla; los resultados están en manos del Señor.


Veamos nuevamente al agricultor. A medida que el agricultor se ocupa de sus asuntos, sucede algo asombroso. La tierra que parece estar muerta de repente comienza a dar señales de vida. Un día no hay nada en el campo más que tierra. Al día siguiente hay pequeños brotes por todas partes. A medida que pasan los días aparece la hoja, luego se forma la mazorca y, eventualmente, en la mazorca hay fila tras fila de maíz.


¿Cómo sucede todo esto? es un completo misterio para el agricultor. Todo lo que hizo fue sembrar una semilla en la tierra estéril y ahora está a punto de recoger una cosecha. No puede ver ni comprender el proceso por el que atraviesa la semilla bajo tierra. Todo lo que sabe es que está a punto de beneficiarse de una obra secreta.


Cuando te preocupas demasiado si te escuchan o no, cuando estás atento si te leen o no, cuando invitas y te dejan en visto, cuando nadie responde tu mensaje, etc. existe la tentación de abandonar el trabajo del sembrador. No puedes controlar la semilla que siembras, no puedes ayudar en todo el progreso y comprobar que está creciendo. Debes dejar que el Señor haga su obra en el corazón y en la vida de esa persona. Como el granjero en esta parábola, debemos ser fieles para contarle a un mundo perdido acerca de un Señor salvador.


Dios ama a sus obreros fieles. Él honrará tus esfuerzos.

Con amor


Martha Vílchez de Bardales


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