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Foto del escritorIB La Molina

El loor y la fama es para Dios

“Jehová tu Dios te manda hoy que cumplas estos estatutos y decretos; cuida, pues, de ponerlos por obra con todo tu corazón y con toda tu alma. Has declarado solemnemente hoy que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos; a fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria, y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho.” Deuteronomio 26:16-19



A veces necesitamos que nos recuerden que dice la Palabra de Dios en cuanto a la humildad y en hacer todo solamente para su gloria y honra. Esto es muy importante porque la vanidad del ser humano es muy fuerte y siempre tiende a buscar aplausos y su propia gloria, en vez del honor a Dios.


Todos sabemos que las capacidades vienen de Dios, lee Mateo 25:15, y que cada don concedido no es para que la fama del creyente vaya en aumento, sino para que la gente vea que todo proviene de Dios.


Hoy el Señor tu Dios te manda obedecer estos preceptos y normas. Pon todo lo que esté de tu parte para practicarlos con todo tu corazón y con toda tu alma. Hoy has declarado que el Señor es tu Dios y que andarás en sus caminos, que prestarás oído a su voz y que cumplirás sus preceptos, mandamientos y normas. Por su parte, hoy mismo el Señor ha declarado que tú eres su pueblo, su posesión preciosa, tal como lo prometió. Obedece, pues, todos sus mandamientos. El Señor ha declarado que te pondrá por encima de todas las naciones que ha formado, para que seas alabado y recibas fama y honra. Serás una nación consagrada al Señor tu Dios.


La declaración de Dios es que en mérito a la obediencia, no UNO será especial tesoro, o estará por encima de todos, sino que todo el pueblo, o toda su iglesia será reconocida como rebaño consagrado al Señor nuestro Dios.

Cuando era niña y después adolescente tuve la bendición de participar en muchos eventos cristianos donde habían creyentes y líderes de muchas denominaciones, era muy bonito subirse a la ola de servicio sencillo y unido donde nadie era el protagonista principal, sólo había un deseo ferviente que el país escuche el mensaje del evangelio. Eran tiempos hermosos donde los líderes cristianos sabían su posición como siervos dependientes de Dios. No sé en qué momento estos siervos adquirieron títulos honoríficos que demandó fama y honor.


Cuando el Señor llamó a sus ovejas las convocó para que sean diferentes a los demás, los llamó para ser obedientes, que estén atentos a su voz, que cumplan los mandamientos y normas y así puedan ser conocidos como un pueblo santo, elegido para dar las buenas nuevas.


El propósito del Padre para nosotros es que seamos siervos que hacen todo para la Gloria de Dios.

Pero quizá te preguntes ¿Qué es darle la gloria a Dios? ¿Qué significa glorificar a Dios? ¿Acaso nuestro Señor no es glorioso por sí mismo? ¿Es nuestra tarea agregarle más gloria?


Para entender esto tenemos que eliminar la idea que somos nosotros los que tenemos el poder de agregar más gloria a Dios. Nosotros no hacemos a Dios glorioso. Él es glorioso en sí mismo. Él es perfecto en sí mismo. Y por tanto Dios no necesita de ninguno de nosotros para hacerlo glorioso. Él siempre ha sido, es y será eternamente glorioso en sí mismo y por sí mismo. Así que Dios no nos creó para añadir a su gloria más gloria. Dios es infinitamente glorioso.


¿Entonces cómo glorificamos al Padre? Lo glorificamos en cada uno de nuestros actos, obedeciendo su Palabra, llevando su mensaje a toda persona, adorando su Nombre, siendo generosos y ayudando al necesitado, pero todo esto en una actitud humilde y llena de amor sincero.


He conocido a muchos siervos de Dios en más de cincuenta años como hija, hermana, cuñada, esposa, tía de pastores, y lo que más me ha bendecido de la vida de estos siervos ha sido su sencillez al no buscar títulos ni honores, todo lo contrario, siempre me dieron ejemplo de hacer todo para la gloria de Dios.


Mateo 5:16 “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Obedezcamos la Palabra y demos siempre la gloria a Dios.


Con amor


Martha Vílchez de Bardales



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