Empecemos preguntándonos ¿Para qué nos salvó Dios? La respuesta es para que ser santos y sin mancha, no es ser perfectos.
Cuando un creyente se esfuerza por glorificar a Dios se convierte en un cristiano bendecido y poderoso, no porque haya dejado de pecar o tener problemas sino porque comprendió que su propósito en la vida es honrar y glorificar a Dios en todo tiempo y lugar.
Al olvidar que todo debe hacerse para glorificar a Dios, se cae un menospreciar el pecado y sus consecuencias, produciendo un cristiano carnal
El lado práctico de la vida cristiana; es decir, lo que todos los cristianos deberíamos acer para alejarnos del peligro de la carnalidad y acercarnos a la bendición y protección de Dios, seguir la paz y santidad;.
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá a Dios. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura” Hebreos 12:14-16
Al “perseguir la paz y santidad”, sabemos que debemos ser cuidadosos, porque puede brotar la raíz de la amargura en nuestro corazón y si no seguimos la santidad, seremos tan inmorales, profanos o superficiales como Esaú, que prefirió disfrutar de un rico plato de lentejas, aderezado con aceite de olivos P silvestres y acompañado de un generoso trozo de cordero ahumado, en vez de dominarse y mantener sus privilegios como hermano mayor.
“Perseguid la paz y santidad…”
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corren de tal manera que lo obtengáis” 1 Corintios 9:24
¡Tenemos que correr detrás de la paz y santidad, y tenemos que hacerlo para ganar! No es un paseo, se debe estar enfocado.
Hay tantas cosas que podrías perseguir: tus sueños, proyectos, causas e inclusive el dinero, fama o poder; pero aquí se excluye todo y se afirma que deberías dedicarte exclusivamente a perseguir, buscar, atrapar y alcanzar dos virtudes: la paz y santidad
“El primer mandamiento de todos es… amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro andamiento mayor que estos” Marcos 12:30-31
El lado práctico de:
Amar a Dios consiste en perseguir la santidad y pureza en todo aspecto de la vida.
Amar al prójimo consiste en perseguir la paz y armonía con todas las personas.
Pregúntate a tí mismo, ¿buscas la paz y armonía con todas las personas? ¿Practicas la santidad en cada aspecto de tu vida? Estas preguntas deben ser respondidas con sinceridad, porque si no buscas la paz, brotará amargura en tu corazón; y si no buscas la santidad, puedes convertirte en una persona superficial
¿Cómo evitar la amargura?
Buscar la paz significa promover la armonía en vez del conflicto, o en palabras del Señor Jesús: convertirnos en pacificadores (ver Mateo 5:9). En términos prácticos: evitar el conflicto, insulto, revancha, exageración, calumnia o cualquier clase de chisme.
Para promover la armonía se necesitan dos cualidades:
Preferir la reconciliación antes que el distanciamiento, algo que no siempre está en nuestras manos y por eso la Biblia es tan específica en precisar que “en cuanto dependa de nosotros, debemos preferir la paz” Romanos 12:18 ¡Hay circunstancias en que lo mejor es alejarse!
Cultivar un espíritu perdonador, que en la práctica equivale a perdonar por adelantado para que la ofensa no te afecte, es algo parecido a decir “te perdono antes que me ofendas, para que cuando me ofendas no me duela y yo pueda seguir amándote”
Cuando la reconciliación o el perdón no funcionan, brota rápida y vigorosamente una planta que la Biblia define como “amargura” y que puede ser de dos tipos: cólera o resentimiento.
En la biblia podemos ver la historia de 3 hermanos victimas de la amargura:
María y Aarón se molestaron y resintieron al punto de murmurar y criticar abiertamente a Moisés, Números 12 menciona algunos detalles: María y Aarón dijeron que la esposa de Moisés era problemática, luego dijeron que Moisés se creía único, también comentaron que ellos eran más capaces e inclusive lograron arrastrar a un grupo de israelitas detrás de ellos.
Si analizamos con calma entenderemos que la amargura brotó en sus corazones, por eso:
Buscaron un pretexto para pelear.
Le echaron la culpa a Moisés.
No reconocieron que el problema estaba en el corazón de ellos, no en el de Moisés (la actitud de María y Aarón muestra que sintieron envidia, impaciencia, frustración y resentimiento acumulado)
Sin querer, provocaron división en el pueblo.
Las personas y circunstancias pueden amargarte, ofenderte y convertirte en víctima, sin embargo
En vez de Amargarte ➜¡Busca la paz!
En vez de ofenderte ➜¡Perdona por adelantado!
En vez de hacerte la víctima ➜¡Toma la iniciativa para bendecir!
La amargura se cura con humildad, gratitud y adoración
María no pudo con su amargura y en 7 días de lepra dada por Dios ella recobro su humildad ( se vio por dentro y fuera) su gratitud ( valoro lo que Dios le dio) y su capacidad de adorar (para sentirse libre y restaurada)
¿Cómo evitar la superficialidad?
La superficialidad surge cuando la necedad toma el control de la mente. La superficialidad es igual a vivir sin pensar bien
Claro ejemplo Esaú, hijo mayor de Isaac, que en un momento de superficialidad, vendió su primogenitura por un plato de lentejas; el auto complacerse era más importante que controlarse, disfrutar el momento era más importante que moldear su carácter, hacer lo que le gusta era mejor que hacer lo correcto, pasarla bien era superior a cumplir sus compromisos, seguir sus caprichos y antojos era mejor que obedecer, sentirse a gusto era mejor que agradar a Dios.
Los creyentes se vuelven superficiales cuando se olvidad de rendir cuentas a Dios; es decir, cuando rehuyen el momento para detenerse y permitir que el Espíritu Santo examine sus corazones. Escúchame, si te atreves a pedir que Dios examine tu vida, Él te mostrará tus errores y pecados, y sentirás un genuino deseo de arrepentirte. El arrepentimiento es indispensable para madurar, crecer y progresar.
Pídele al Señor que examine tu vida y Él te mostrará tus errores y pecados. Si otra persona lo hace, te puedes justificar, pero cuando el Señor te muestra el pecado que mora en ti, lo único que puedes hacer es arrepentirte. En vez de justificarte, arrepiéntete; en vez de echarle la culpa a otras personas, arrepiéntete; en vez de evadir la verdad, arrepiéntete.
El Señor te perdonará, dará fuerzas para alejarte del mal ¡El Señor te cambia!
Solo hay una forma para vencer el mal carácter, la impaciencia, el resentimiento, la crítica, los complejos y cualquier vicio, debilidad o atadura: arrepentirse y regresar a Dios. Y resulta que hoy es el día exacto para arrepentirse.
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