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Foto del escritorIB La Molina

El engreimiento hace mucho daño


“Amán salió aquel día muy contento y de buen humor; pero, cuando vio a Mardoqueo en la puerta del rey y notó que no se levantaba ni temblaba ante su presencia, se llenó de ira contra él. No obstante, se contuvo y se fue a su casa. Luego llamó Amán a sus amigos y a Zeres, su esposa, e hizo alarde de su enorme riqueza y de sus muchos hijos, y de cómo el rey lo había honrado en todo sentido ascendiéndolo sobre los funcionarios y demás servidores del rey. Es más, añadió Amán, yo soy el único a quien la reina Ester invitó al banquete que le ofreció al rey. Y también me ha invitado a acompañarlo mañana. Pero todo esto no significa nada para mí, mientras vea a ese judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey.” Ester 5: 9-12


Los antecedentes del rey Asuero en cuanto su trato a sus damas, era bien conocido por todos, no le vacilaba la mano para echar mano de ellas sin benevolencia ni gracia, a pesar que eran sus reinas (sabemos lo que le pasó a Vasti) por eso Ester demostró valentía al invitarlo a una cena, sin haber sido convocada por él.


Ester también mostró mucha prudencia y tacto al no hacer su petición de una manera brusca. No aprovechó ni su condición de reina, ni de esposa, tampoco la aparente docilidad del rey. Fue sabia al actuar con paciencia y dando paso por paso, como esperando la guía de Dios. Ganó primero la confianza del rey, y en segundo lugar, permitió que Amán estuviera presente creyendo que era más importante de lo que en realidad era.


Asuero estaba feliz con el banquete y atenciones de la hermosa Ester, su ofrecimiento de premiarla salió de inmediato de su boca, pero ella, usando la prudencia, sólo lo volvió a invitar a una nueva espléndida cena, y por su puesto, Amán también.


Muchas veces pensamos que hay que aprovechar la oportunidad y ser arrebatados para de una vez, y de inmediato, sacar la respuesta afirmativa que queremos, comenzar el emprendimiento sin evaluar las condiciones, tomar posesión de nuestras bendiciones, y así sucesivamente. He oído declaraciones que me han motivado en algún momento a empezar ¡Ya! la tarea, porque no hacerlo está indicando cobardía y falta de voluntad.


Pero Ester, me muestra una lección que equilibra mi accionar, muchas veces inmediatista, y arrebatado. Saber dar pasos prudentes, no adelantarme a lo que considero una señal oportuna. La prudencia es parar, escuchar, discernir palabras, corrige lo que estás a punto de hacer, te hace actuar con ecuanimidad, discreción y mayor justicia y experiencia.


“Para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad; para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes.” Proverbios 1:2-4


En estos versos podemos ver el retrato de dos tipos de personas, una cautelosa y reflexiva y el otro, impertinente y alocado.


Amán estaba extasiado de poder, salió de aquel privilegiado banquete rebosando de orgullo, pero al cruzar la esquina, antes de llegar a su mansión, cuando vio a Mardoqueo que no se levantaba ni se movía de su lugar.

¡Cuánta cólera puede tener un hombre cuando tocan su orgullo! Este Amán se enfureció, ¡qué tal combinación de emociones! Altivo y con ínfulas de superioridad, y humillado porque un solo hombre no se arrodilló ante él. Increíblemente Amán no hizo nada contra Mardoqueo en ese momento, quizá era muy poca cosa para él darle lugar y hablarle, así que se fue a su casa, mandó llamar a sus amigos, a su familia y lo primero que les contó fue sus privilegios e importancia, antes se creía el predilecto del rey, pero ahora también era el favorito ¡de Ester! Porque lo habían vuelto a invitar a otro banquete que ella ofrecería, ¡Era o no era el elegido de la reina!


De su euforia pasó a la depresión, hasta el punto de sentirse miserable, ¡que desgracia la mía! Los reyes me reconocen y honran, pero ese judío Mardoqueo, me desaprueba, ¿quién es ese hombre para no reconocer mi valor y autoridad? La desaprobación de un hombre lo hizo sentirse sin valor. Esta es una descripción del carácter de un hombre o mujer engreído, altanero, envanecido, resentido, egocéntrico y fanfarrón.

Parece que la esposa de Amán también era una joya, parecida a Jezabel, cuando al ver a su esposo fastidiado por no tener lo que quería le sugirió matarlo, Zeres también le dio el mismo consejo (¿qué espíritu las guió a ambas?)


“Haz que se coloque una estaca de veinticinco metros de altura por la mañana, pídele al rey que cuelgue en ella a Mardoqueo. Así podrás ir contento al banquete con el rey.”


Cuando vemos una actitud superficial en las personas que amamos, hacemos mal en permitir ese engreimiento y arrogancia, sin darnos cuenta, podemos estar creando pequeños dioses. El endiosamiento se produce cuando no hay corrección, cuando le das todo lo que pide sin medida, cuando le haces creer que sus ideas son superiores, cuando toleras y toleras esperando que reaccione solo.


Zeres no fue una buena esposa. Su sugerencia también estaba cargada de odio y desesperación para agradar a Amán. La idea era una ejecución pública en una horca de 25 metros de altura. La horca no era para colgar a la víctima, sino para matarla de una manera muy violenta. Dicen los estudiosos que era una estaca puntiaguda que se clavaba en el piso, se colocaba allí al culpable sobre la punta filosa y se le jalaba de las piernas hacia abajo hasta que la estaca le penetrara y pasara por todo su cuerpo, saliendo por el cuello. ¿Pueden creer tanta maldad? Zeres conocía a su esposo y le dijo todo el plan morboso que él quería escuchar.


“Y agradó esto a los ojos de Amán, e hizo preparar la horca”


Mañana continuamos con la historia.


Con amor


Martha Vilchez de Bardales


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