“Palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc hijo de Nerías, cuando escribía en el libro estas palabras de boca de Jeremías, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías rey de Judá, diciendo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel a ti, oh Baruc: Tú dijiste: ¡Ay de mí ahora! porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor; fatigado estoy de gemir, y no he hallado descanso. Así le dirás: Ha dicho Jehová: He aquí que yo destruyo a los que edifiqué, y arranco a los que planté, y a toda esta tierra. ¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres.” Jeremías 45:1-5
Los libros proféticos no fueron escritos por sus autores en el orden que nosotros los conocemos. Cuando Jeremías terminaba de dar un oráculo, escribía un resumen de toda la doctrina expuesta, y después incluso, se colocaba en las puertas de los templos. Escribas recopilaban estos resúmenes y por eso los volúmenes que ahora existen se hicieron a partir de ellos.
Este capítulo trata sobre una profecía especial acerca de Baruc, quien, como sabemos, era el escriba del profeta Jeremías, y no solo su escriba o amanuense, sino también su discípulo. Este relato trata sobre el dolor de Baruc, ocasionado porque Jeremías declaró que la ruina de la ciudad y del pueblo estaba cerca.
Baruc, al igual que Jeremías amaba profundamente al pueblo de Dios por eso al conocer que el juicio divino sobre el país estaba cerca, se deprimió mucho:
¡Ay de mí ahora! porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor!
Como un fiel compañero de Jeremías, Baruc tenía los mismos sentimientos de amor y devoción por la nación que Dios eligió, pero también al igual que el profeta, Baruc tuvo que soportar una gran cantidad de oposición y abuso. Él fue un gran compañero de milicia, que a pesar de ser testigo principal del abuso que sufrió el siervo de Dios, nunca lo abandonó, más bien sufrió también por su fidelidad a Dios y a Jeremías, pero justamente por ser tan sufriente, en este momento sintió que Dios, era el culpable de tanto sufrimiento e injusticia.
Baruc lloraba por la desolación que vendría sobre su país, y por los peligros que corría sobre su propia vida, en Jeremías 36:26, encontramos que el rey había dado órdenes de apresar tanto a Baruc como a Jeremías, y de que fueran asesinados por los nobles de Judá.
Baruc había dicho:
¡Ay de mi ahora! ¡Pobre de mi!
Jehová ha añadido tristeza a mi dolor. Jehová me ha enviado angustia.
Fatigado estoy de gemir. Estoy repleto de dificultades
No he hallado descanso. Dios no me permite respirar.
Baruc estaba exhausto, probablemente tanto física como espiritualmente. Él sentía que Dios no lo había bendecido o protegido como él lo había esperado. Creo que ninguno de nosotros puede juzgar el cansancio del siervo de Dios, ¿Acaso no has declarado tu cansancio y frustración en algún momento? ¿No te has sentido impotente cuando la gente se olvidaba de Dios en esta pandemia? ¿No te has cansado de llorar por tantas pérdidas?
En época de Jeremías, el mundo parecía caerse a pedazos, y aunque ellos fueron protegidos por Dios, aún así sufrieron mucho, por eso el presente y el futuro se veían oscuros y deprimentes. Parecía que no se podía volver a edificar nada bueno, y encima Jeremías no cesaba de anunciar juicio y condenación. Ese era el contexto en el que Baruc argumentó su queja con dolor.
Jeremías amaba a Baruc, así que escuchó la queja de Baruc como comprendiendo su arranque de frustración, por eso su respuesta no fue condenatoria, Baruc estaba acostumbrado a escribir lo que el Señor les decía a la nación, pero esta vez el mensaje fue para él mismo:
“He aquí que yo destruyo a los que edifiqué, y arranco a los que planté”
Con estas palabras Dios le recordó a Baruc su autoridad y poder pero que aún no había terminado su juicio sobre Jerusalén y Judá. Hay mucho más por venir hasta que haya sido completado.
¿Y tú buscas para ti grandezas?
Aparentemente, parte de la desmotivación y el cansancio de Baruc vinieron por sentirse desmotivado, nada de lo que esperaba sucedía. Entonces el Señor lo alejó del camino de la auto exaltación. Dios quería que Baruc tuviera la mentalidad correcta y no demasiado preocupada acerca de su propio éxito.
El nombre ‘Baruc’ significa ‘Bendecido’ y claro que lo fue porque Dios le enseñó que su vida tendría bendición por su amor a la nación, por su fidelidad en el servicio, por su renuncia al éxito personal y sobre todo por la amistad y compromiso que le dio al profeta, su mejor amigo.
Que Dios nos halle siendo fieles en todo
Con amor Martha Vílchez de Bardales
Martha Vílchez de Bardales
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