¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas. Judas 11-12.
Ha sido difícil, muy difícil para los cristianos evangélicos mantener la fe y esperanza, primero en la cuarentena, y ahora que la pandemia arrecia con más contagios y muertes. Antes de esta prueba, las reuniones en el templo mantenían a algunos creyentes fieles a su congregación, pero la imposibilidad de reunirlos, está logrando debilitar la fe de muchos creyentes.
Para un cristiano mantener una fe, sencilla pero firme, anclada en las Verdades absolutas del Evangelio, no es nada fácil hoy en día.
En estos tiempos la gente está más preocupada en no contagiarse, seguir ganando dinero para sobrevivir, o simplemente pasar el tiempo en alguna distracción que lo haga olvidar el sufrimiento del mundo. Existen estadísticas escalofriantes que cuentan por miles las personas que han renegado o abandonado la Fe cristiana.
Primero hagamos un repaso. La breve carta de Judas fue una clara advertencia a las iglesia sobre tres ejemplos de apóstatas: la nación de Israel que no pudo entrar a la tierra prometida por su incredulidad e ingratitud, luego los ángeles que no mantuvieron su estado original sino que se rebelaron contra Dios, y Sodoma y Gomorra, que merecieron el castigo por su constante inmoralidad.
Hoy quiero meditar con ustedes en otros tres ejemplos que nos da Judas. Nos menciona tres personajes nefastos por su rebeldía: Caín, Balaam y Coré.
Caín se negó a honrar a Dios como era debido, y fue el primer homicida del mundo, Balaam hizo desviar al pueblo de Israel, provocando que cayeran en la idolatría por su propio lucro egoísta. Y Coré por su parte encabezó una rebelión en contra de Moisés y Aarón, desafiando a los dirigentes ungidos del Señor.
Caín, hijo de Adán y Eva, agricultor de oficio, ofreció una ofrenda hermosa en apariencia (imagina los hermosos frutos, llenos de colores y sabores surtidos) pero, la diferencia entre la ofrenda de Caín y Abel fueron la fe y la incredulidad. Hebreos 11:4 lo deja claro:
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por medio de la fe, estando muerto aún habla.”
El sacrificio de Caín era probablemente más agradable a los sentidos que un cordero muerto. Pero Caín dio algo sin fe, y por lo tanto era inaceptable para Dios.
1 Juan 3:12 nos dice que Caín mató a su hermano porque las obras de Abel eran justas (por la fe), mientras que las de Caín eran malvadas. La falta de Caín no estaba en obras (aparentemente era muy dadivoso), pero su falta fue la falta de fe.
¿Cómo es el camino de Caín? Judas dice que Caín representa un estilo que ciertos creyentes siguen. Es el camino de la suspicacia y la religión vacía, sin amor. La religión humana está llena de celos, competencia, divisiones y mucha envidia, estas emociones como cólera y la frustración finalmente llevan a la furia, y a la ira asesina.
¿Qué clase de creyentes necesita hoy en día nuestras naciones? No necesitamos creyentes religiosos como Caín. Dios necesita cristianos en esta pandemia que tengan fe. Sólo así seremos de bendición al reino de Dios.
Debemos orar queridos hermanos que en este tiempo de pérdidas y dolor la verdadera iglesia del Señor Jesucristo se levante con creyentes sin actitudes de soberbia, envidias o celos:
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.” 2 Timoteo 3:1-5
Estos son los últimos tiempos, y debemos estar listos a identificar si alguna de estas actitudes empiezan a manifestarse en nosotros mismos (ojo les digo que se miren a sí mismos y no a los demás hermanos), lo peor que podríamos hacer a la iglesia es darles la apariencia de una vana religión.
La religión muerta es mucho más peligrosa, que todos los poderes de este mundo. Incluso más peligrosa que la pandemia.
Me excedí hablando sobre Caín, si Dios quiere, mañana meditamos en los otros dos, Balaam y Coré.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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