"Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo". 1 Corintios 15: 55-57
El Domingo día de la madre, falleció un pariente nuestro. Y hoy fue su entierro. Antes leía de personas desconocidas que eran atacados con esta enfermedad, ahora si abro alguna red social veo de amigos pastores, adoradores y queridos músicos que también escucharon al Señor llamarlos por su nombre. Ahora están en los brazos del Salvador, sin dolor ni enfermedad.
Compartíamos con mi familia cercana para consolarnos y orar juntos por Zoom y uno de mis sobrinos (pastor también) nos leyó este verso que hoy les comparto.
¡La muerte ha sido destruida! ¿Dónde está ahora su victoria? ¿Dónde está su poder para herirnos? El pecado produce la muerte, y existe porque hay una ley. ¡Pero gracias a Dios, podemos vencerlo por medio de nuestro Señor Jesucristo!
La muerte física de alguien amado, causa dolor, podemos conocer muchos textos que dan esperanza al creyente, pero la separación aviva la pena por no tener al ser amado a tu lado.
Un maestro de la Biblia dijo que, ya que a la muerte se le quitó el aguijón, es como la abeja a la que se le cortó el aguijón. ¿Cómo es esto que la muerte ha perdido su aguijón? Porque los cristianos que mueren, pueden seguir viviendo, los creyentes que parten ya no sufren, no hay nada que los lastime más. Los cristianos que duermen, cierran los ojos y entran por la puerta que los coloca en las regiones de la eternidad.
El apóstol Pablo dijo además: ¿Dónde está, sepulcro, tu victoria? En este mundo la gente se afana por obtener seguridad mediante el trabajo, las ganancias y propiedades, pareciera que todo lo que procuran tener, victorias y conquistas lo acompañarán siempre. Pero no es así, la muerte es la que los conquista porque nada se pueden llevar a la tumba.
Para ellos la muerte produce mucho miedo, parece un monstruo tremendo que cierra los ojos de sus víctimas y rompe el corazón de la familia, pero Cristo que ya ha pasado por ese camino dice a sus hijos: Yo soy tu pastor. Recuerda que no sólo te he guiado por esta vida, sino que también te guiaré al cruzar las profundas aguas de la muerte y te llevaré conmigo a la eternidad. Por eso los creyentes podemos preguntar triunfantes. ¿Dónde está, sepulcro, tu victoria?
Una vez Sigmund Freud dijo: “Y finalmente ahí está el doloroso enigma de la muerte, para el cual aún no se ha encontrado ningún remedio en lo absoluto, quizás nunca lo haya.” Compara eso con la declaración triunfante de Pablo, ¡Sorbida es la muerte en victoria! Un cuerpo resucitado no es un cadáver resucitado. Es un nuevo orden de vida que nunca morirá de nuevo. La muerte es derrotada por la resurrección. ¡Gloria a Dios!
Creo que Pablo no tenía miedo a la muerte, y aunque esta se le presentaba de muchas maneras para amedrentarlo con azotes, naufragios, golpes y enfermedades, Pablo, sabía que la muerte es un enemigo derrotado debido a la obra de Jesús, ¡La muerte no tiene poder sobre la persona en Jesucristo!
El aguijón de la muerte existe, pero sólo para aquellos que no le han entregado su vida Jesús, para ellos todavía tiene un poder destructor, por eso la tarea de los creyentes no es dormirse sobre su seguridad de salvación, sino de predicar para que ninguno perezca sin Cristo.
"Él murió por nosotros para que, en la vida o en la muerte, vivamos junto con él". 1 Tesalonicenses 5:10.
Cada día seguiremos oyendo de personas que morirán, algunos de ellos, lejanos y otros cercanos, la iglesia, es decir tu y yo tenemos una tarea, si estás seguro que al partir serás un ciudadano del cielo, entonces comparte esa promesa con los que amas. Que nadie perezca sin Cristo.
No hemos podido ir al velorio ni al entierro de mi pariente cercano. No nos hemos podido abrazar como familia para consolarnos, pero la promesa que mi sobrino nos leyó, nos hizo pararnos firmes en la seguridad que lo volveremos a ver para nunca más separarnos. Amén.
Oración: Padre tu Palabra dice: De hecho, sabemos que, si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas. Nos has dado tu Espíritu como garantía de esas promesas. Ayúdame para compartir esta verdad para que nadie muera sin Cristo. Amén.