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Foto del escritorIB La Molina

Dispuestos a celebrar

“Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” Lucas 2:1-7



La temporada navideña de este año no es tan bulliciosa y ocupada en actividades como años anteriores. Era normal para mi estar llena de compromisos en este mes, desayunos navideños, la cantata de la iglesia, la actuación de los niños de la escuela dominical, los lunchs y brunchs con amigas, intercambios de regalos, etc. La temporada navideña se había convertido en la época de mayor actividad del año de las iglesias, pero también la temporada de los comercios, y las familias.


Muchos negociantes y emprendedores aprovechaban esta fecha para hacer sus grandes ventas y no los puedo criticar porque la mayoría quiere regalar o recibir regalos en Navidad. ¿Pero acaso no es verdad que el mundo le cambió el objetivo principal a esta celebración cristiana y secuestró el sagrado cumpleaños del Salvador para convertirla en una pesadilla comercial?. En lugar de un momento de agradecimiento y regocijo, se había convertido en una época de deseos, codicia y egoísmo.


Al empezar este mes sentí la responsabilidad de meditar en todos los sucesos que envolvieron este acontecimiento histórico, mi oración es que siquiera uno, cambie su visión de una navidad comercial por una navidad con Cristo.


El relato que hoy traigo para meditar es el verdadero y único enfoque de la navidad. De esto se trata la Navidad. En ese día especial no hubo árboles de Navidad, ni adornos, ni intercambio de regalos, ni fiestas. Sólo estuvieron María, José y Jesús allí en un establo de ganado en Belén. Como dice Lucas, habían multitudes de ciudadanos que viajaron a sus respectivos pueblos para ser empadronados, quiere decir que la gente estaba distraída en lo suyo y nadie se dio cuenta que ese día nació el salvador prometido.


¿Te puedes imaginar toda una ciudad repleta de gente que regresó a su ciudad de nacimiento por el edicto de un emperador? Así estaba la ciudad de Belén. Por eso María y José no encontraron lugar en el mesón.


Roma realizaba un censo cada catorce años tanto para los militares como para los ciudadanos comunes, el propósito era que cada uno pagara sus impuestos, así que cada varón judío tenía que regresar a la ciudad de sus padres para registrar su nombre, ocupación, propiedad y familia. Hacer un viaje con toda la familia es hacer un gasto fuerte, por eso los que llegaban a sus pueblos debían tener todo organizado para cubrir los gastos de pago del hotel donde quedarían, la comida, etc. Los ciudadanos de Belén estaban por lo tanto completamente distraídos en sus afanes como para notar la venida del Mesías.


¿Algunas de las responsabilidades que tienes para tu familia te distraen para no darle tiempo al Señor? Creo que deberíamos admitir que las cargas en nuestras vidas a menudo nos causan distracciones, especialmente durante la temporada navideña. La ambición por pasar una “buena Navidad” se ha reducido en muchos corazones en la gran cena, los esperados obsequios, y ahora con la pandemia, en no contagiarse con nadie. Digo esto porque hay creyentes que pueden olvidar el significado de la navidad por estar preocupados por la pandemia. Se piensa en todo menos en lo más importante que es tener gratitud por la promesa de Dios cumplida al darnos un Salvador.


Como creyentes necesitamos recordar lo que estamos celebrando y como discípulos de Cristo debemos tener carga para abrir los ojos de los ciegos que sólo están esperando a Papa Noel o que están con miedo y por ese temor ya no quieren celebrar y ser agradecidos. Que nunca seamos culpables de no ver, o reconocer a nuestro Señor en Navidad.

Algo milagroso estaba sucediendo en Belén aunque el mundo no lo sabía.


A Belén llegaron una pareja sumisa a Dios. Aproximadamente diez meses antes de este suceso, estos jóvenes, no tenían idea de lo que Dios tenía reservado para ellos. Probablemente ellos habían estado haciendo planes para su boda y planificando sus nuevas vidas juntos. Pero Dios los llamó y todos sus planes fueron cambiados. José tuvo que responsabilizarse de ayudar a María con los preparativos para el bebé que pronto llegaría. En lugar de discutir con el Señor o negar su voluntad para sus vidas, ellos se sometieron voluntariamente a la petición del Señor. Eligieron seguir al Señor y vivir para Él en lugar de sus propios deseos. Quizá la familia de ellos no habrían entendido o creído las visiones que tuvieron, pero María y José estaban comprometidos al Señor. Experimentaron las mismas cargas y ocupaciones, pero nunca perdieron de vista lo que Dios les había llamado a hacer.


Al considerar la Navidad, debemos tener un deseo renovado de servir al Señor y vivir para él. Todos estamos ocupados, pero si mantenemos nuestro enfoque en el Señor, podemos convertirlo en un momento de devoción en lugar de distracción por las cosas materiales o en un tiempo de inseguridad. Para muchos, la Navidad se trata de lo que quieren; y si no les dan lo que esperan, son infelices. La Navidad no se trata de nosotros, ni de lo que esperamos recibir; se trata de Jesús y su sacrificio de venir al mundo como hombre. En lugar de buscar el último regalo, ¿por qué no buscar formas de entregarte al Señor? ¿Por qué no entregar tu vida al Señor a cambio de todo lo que ha hecho por ti?


“Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre”


El cumplimiento de las profecías ocurrió, el Mesías nació en Belén justo como Dios lo había prometido. No hay mayor imagen de devoción que el nacimiento de nuestro Señor. Debemos recordar que Jesús no tuvo su comienzo aquí en Belén. Él es el Dios eterno que no tiene principio ni fin. No fue un Hijo que eligió convertirse en Salvador; ¡Él es el Salvador que eligió convertirse en un Hijo! Él vino voluntariamente a la tierra en forma de hombre para poder proveer redención a la humanidad caída. De los cuales somos parte tu y yo.

Jesús vino por ti y por mí. Vino a llevar nuestro pecado en la cruz para que pudiéramos tener la oportunidad de ser salvos. ¿Sabes que esta podría ser la mejor Navidad del resto de tu vida?. Podrías recibir el mejor regalo que alguna vez fue dado, un regalo que durará por la eternidad.


Yo quiero que esta sea una Navidad completamente diferente a las otras, estaré más consciente que nunca de su cuidado, su provisión, sus respuestas a tantas oraciones, su Presencia en cada detalle de mi vida me hacen rebosar de gratitud. Mi oración es que en esta Navidad adoremos juntos, aunque separados físicamente al Rey y Redentor.


Feliz Navidad


Martha Vílchez de Bardales.

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