“No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.” Eclesiastés 2:24
La provisión que Dios da son una bendición o una maldición para el hombre, de acuerdo con la actitud que lo recibe, si lo recibe con gozo y disfruta de ello compartiendo con otros tendrá bendición, pero si sólo tiene para guardar con afán y acumular más, entonces estas riquezas serán solo dolor de cabeza y no disfrutará de ello sino que lo disfrutarán otros.
“Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios.” Eclesiastés 5:19.
A veces hay cristianos que quieren ser sumamente humildes y entonces por “testimonio” se privan de disfrutar de las bendiciones que Dios les da, también hay creyentes que se sienten incómodos porque no se sienten merecedores de disfrutar del fruto de su trabajo y entonces tratan de no llamar la atención y se privan de vivir con dignidad. Sin embargo, el versículo de Eclesiastés 5:19 nos recuerda que estas bendiciones son un don de Dios, y como tal, es nuestro deber disfrutarlas. Claro está, sin caer en excesos ni en la arrogancia, sino agradeciendo siempre al Señor por sus generosas bendiciones.
Una vez Jesús se encontró con uno que le pidió ayuda porque quería que su hermano le diera la parte de su herencia (Lucas 12:13-21) entonces el Maestro le respondió con una parábola sobre el rico insensato, este rico había producido mucho, tenía abundancia de ganancias, entonces como sus almacenes estaban llenos decidió derribarlos para construir otros más grandes, además pensó que tendría tanto acumulado que podría vivir reposando porque tenía suficiente para vivir. El pecado de este rico insensato era que sólo guardaba para si, pero no estaba dispuesto a ser agradecido con Dios.
La satisfacción verdadera en la vida fluye de cumplir el propósito para el cual fuimos creados, es decir disfrutar una relación íntima con Dios. La riqueza nunca puede reemplazar nuestra relación con Él porque acumular riquezas sólo produce vacío en el corazón:
“El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y mal doloroso.” Eclesiastés 6:2
Si Dios permite que cierta cantidad de riquezas vengan a nuestras manos, no sólo es para que nos sirvan de sustento y respaldo, sino también para que podamos usarlas para bendecir a otros y así glorificar a Dios. Debemos ser como embudos que Dios usa para derramar sus bendiciones a muchos y no como frascos herméticos que sólo acaparan.
“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” Lucas 12:15
Jesús nos da de todo para que lo disfrutemos y para atender las necesidades de los demás en especial de los hermanos en la fe. Debemos disfrutar de todo lo que Dios nos da cada día para que después de haber hecho buen uso de eso puedas recordar tus días pasados con placer y gratitud.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
Comments