“Así que Amán tomó la vestidura y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo llevó a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: «¡Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar! Después Mardoqueo volvió a la puerta del rey. Pero Amán regresó apurado a su casa, triste y tapándose la cara. Y les contó a Zeres, su esposa, y a todos sus amigos todo lo que le había sucedido. Entonces sus consejeros y su esposa Zeres le dijeron: Si Mardoqueo, ante quien has comenzado a caer, es de origen judío, no podrás contra él.” ¡Sin duda acabarás siendo derrotado! Ester 6: 11-13
El insomnio es un trastorno del sueño, es la imposibilidad de conciliar el sueño o permanecer dormido durante la noche. Los que sufren de insomnio tienen mucho estrés, padecen de inseguridad, o tienen otros problemas emocionales, pueden sufrir de problemas de dinero, u otros problemas familiares. El rey Asuero tuvo esta dificultad, no dice la historia si era un problema frecuente, pero como muchos que a veces no pueden dormir, o se despiertan en la madrugada constantemente, agarró un libro y se puso a leer.
Dios trabaja siempre, aún en las noches actúa y mueve las circunstancias para cumplir con su propósito. La misma mano invisible de Dios que actuó en los sueños de José y Daniel, ahora actuaron en favor de Mardoqueo. Asuero pidió que le traigan el libro de las memorias y crónicas, esto sería los registros oficiales de la corte. Es aquí que el cambio de la historia comienza.
El rey tomó recién conciencia del servicio de Mardoqueo y la falta de recompensa desde hacía varios años. ¿No te sorprende que el rey hubiera leído esos acontecimientos tan antiguos? ¡Justo en el tiempo exacto! Así es cuando Dios actúa.
Nada fue casualidad, tampoco fue suerte que Ester fuera la elegida entre muchas, no fue chiripa que el siervo del rey se sintiera más identificado con la sierva judía, no fue simple ventura que Mardoqueo se negara a humillarse ante Amán, no fue cosa del azar que Asuero perdiera el sueño, ni fue un albur que se le ocurriera leer las crónicas, tampoco fue un accidente que a Amán se le ocurra ir tempranito a palacio para supervisar cual verdugo, el instrumento de tortura de su enemigo.
En esas tareas andaba Amán de tener todo dispuesto para pedirle al rey que ejecutara a Mardoqueo, cuando el rey lo encuentra y le pide algo que sonó maravilloso a los oídos de este ególatra.
Cuando entró Amán, el rey le preguntó: ¿Cómo se debe tratar al hombre a quien el rey desea honrar? Entonces Amán dijo para sí: ¿A quién va a querer honrar el rey sino a mí?
No tengas más alto concepto de ti del que debes tener, piensa con cordura.
Amán pensaba que todo giraba en torno suyo. La persona ególatra se caracteriza por presentar problemas de socialización, esto deviene del hecho de que le cuesta respetar y valorar a las personas que se encuentran a su alrededor, así como, necesita constantemente que se le refuercen sus cualidades y habilidades. Las personas ególatras se caracterizan por tener sentimientos de grandeza, una percepción exagerada de sus cualidades, necesitan ser el foco de atención, les gusta generar envidia, suelen ser solitarios, no les gusta recibir críticas y les cuesta simpatizar con otros. Estas características del ególatra son claramente visibles en Amán.
Amán pidió todo lo que su vanidad necesitaba: 1) una túnica real que solo el rey había usado; 2) un caballo real que el rey había montado y cuya cabeza era el símbolo de la corona persa; y 3) una procesión real, dirigida por los príncipes más notables, a lo largo de las calles sobre este caballo con su jinete engalanado y una gran proclamación. El propósito de honrar a Mardoqueo era estimular la lealtad y el servicio al rey, pero Amán no lo sabía, él sólo quería honrarse así mismo. Es algo trágico buscar el aplauso de los hombres.
El rey le pidió entonces a Amán que se apresure y haga todo eso con Mardoqueo, ¿se imaginan la cara que habrá puesto? Amán tuvo que hacer todo lo que había planeado para él, en otro hombre, la trampa cayó en su contra. Dios siempre, siempre protege a sus hijos. No debemos acumular resentimiento, porque este se convierte en odio. Amán llenó su mente y corazón de los sentimientos más viles contra Mardoqueo, pero Dios no le permitió cumplir sus objetivos.
Amargado y humillado regresó a su casa, y nuevamente contó sus penurias a su esposa, y de una forma inaudita, esta mujer dijo algo verdadero: Si Mardoqueo, ante quien has comenzado a caer, es de origen judío, no podrás contra él. ¡Sin duda acabarás siendo derrotado!
Los hijos de Dios tenemos un defensor que pelea por nosotros, amén.
Con amor
Martha Vilchez de Bardales
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