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Foto del escritorIB La Molina

Déjate moldear

“Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que, como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel”. Jeremías 18:1- 6.



Las cosas buenas que queremos hacer, no siempre salen bien a la primera, a veces es necesario intentarlo varias veces.


Cuando mi Betsy era pequeña prefería sacar las hojas del cuaderno en vez de borrar las palabras que no le salían bien por ser zurda. Nadie le dijo que su escritura no era perfecta, pero ella supuso esto, así que el cuaderno se quedaba sin hojas para escribir.


Cuando yo veía esto, trataba de ayudarla para que no se sintiera frustrada, le enseñé lo fácil que era borrar para nuevamente volver a empezar.


Tal y como Dios hacia algunas veces con sus profetas, un día le dijo a Jeremías que vaya a la casa de un artesano para aprender una lección a través de una lección de vida, algo de la vida diaria.


Jeremías notó un pedazo de barro que parecía no querer cooperar en ser modelado, así que el alfarero decidió empezar de nuevo, cogió nuevamente el barro y con delicadeza y compasión tomó la masa estropeada, doblada y deforme y con sumo cuidado empezó a darle una hermosa figura, el barro creo (sólo en mi imaginación) que sintió la paciencia de su creador y esta vez cooperó con sumisión para que finalmente el producto sea digno de una obra de arte.


El artesano tenía el poder de crear a través de su manejo del barro, y compasión al reformar el barro que se había estropeado, para Jeremías fue notorio algo importante: Él notó que el alfarero no abandonó al barro de sus manos.


“Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel”

También Israel no era muy cooperativo con Dios, se parecía a la arcilla terca, porque cuando se trataba de aceptar una orden o recibir una amonestación, a pesar de que estaba estropeado y casi roto por su desobediencia, se entercaba en no dejarse moldear por su Creador. Por eso el Señor le presentó a Jeremías esta figura, para hacerle entender a su pueblo, su terquedad.


Podemos aplicar esta enseñanza a nosotros igualmente, muchas veces fallamos y parecemos vasijas manchadas y despostilladas, todo producto de malas decisiones. Sin embargo Dios siempre procura rehacer nuestra vasija deteriorada.

¡Qué bueno que nuestro Padre no se cansa de moldear a su perfecta creación! Él es el alfarero santo que te ve con amor y espera que le permitas sacar esas asperezas, limar las áreas toscas de tu vida, afinar los detalles, darte el valor perfecto que te mereces por ser su hijo y sacar lustre a los dones otorgados por gracia.


“Él no nos abandona de forma cortante; sino que nos pone de nuevo en la rueda, y nos vuelve a hacer.”

Estas semanas en cuarentena quizá no han sido aprovechadas para dejarte moldear por Dios, el afán por la falta de trabajo, la angustia de verte encerrado, las inseguridades del futuro no te han dado tregua, pero Dios no se cansa de esperar que te rindas ante su presencia, confieses que te has echado a perder y humildemente le pidas que te vuelva a hacer.


¿Acaso no es Dios como el alfarero que quiere moldear tu vida a su perfecta voluntad? Déjate moldear y serás perfeccionado.


Con amor,

Martha Vílchez de Bardales



 

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