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Foto del escritorIB La Molina

Dar o no Dar

"Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra. Viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres hombre veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos? Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea. Ellos se la trajeron; y les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Ellos le dijeron: De César. Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él." Marcos 12: 14-17




Los jefes religiosos estaban cansados de Jesús, no lograban sacarle una frase que les sirviera de motivo de ejecución. Esta vez ya no estaban escondidos entre la multitud de sus seguidores sino que fueron directamente donde él, lo detuvieron y le hicieron preguntas. Pero un momento, antes de hacerle la pregunta tramposa empezaron con una serie de frases aduladoras que podían envanecer a cualquiera, menos a Jesús.

“Maestro, sabemos que eres hombre veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios”

¿Fariseos y herodianos juntos halagando a Jesús? Así parece, se juntaron para tender una trampa con sus adulaciones. Un detalle, a todos nos gusta recibir halagos, ya sea por los resultados de nuestro trabajo, por la responsabilidad en cumplir nuestras tareas o por las decisiones que tomamos y nos llevaron al éxito. Si el halago proviene de personas que son significativas, entonces nos sentimos mucho mejor, nos sentimos orgullosos de nosotros mismos. Es que el elogio es una forma de reconocimiento que puede aumentar la autoestima.

Sin embargo, también existen personas que adulan con malas intenciones, solo para obtener un beneficio a cambio. La mayor parte de las veces ni siquiera creen lo que dicen pero se centran en nuestras virtudes para hacernos bajar la guardia y lograr que cedamos a sus deseos. Se trata de la adulación manipuladora. Jesús sabía lo suficiente de quienes lo estaban lisonjeando para no dar lugar a estos halagos por parte de sus enemigos.

Charles Spurgeon dijo a pastores, “Es siempre mejor el no saber, ni el desear saber, sobre lo que se dice acerca de ti, ya sea por parte de amigos o enemigos. Aquellos que nos alaban están probablemente tan equivocados como aquellos que abusan de nosotros.”

Después de tender la trampa con sus halagos, aparentemente reconociendo su autoridad estos mentirosos le preguntaron a Jesús si se tenía que cumplir con el imperio romano, debajo de la pregunta sobre el impuesto estaban más interrogantes que buscaban una respuesta para atraparlo ¿Debemos reconocer la legitimidad, de este gobierno aunque despreciemos sus políticas y estar sometidos por su opresión? ¿Debemos alimentar al monstruo que nos está comiendo?

Esta historia nos da varias lecciones. Primero cuidado con las trampas que te tienden los que no tienen temor a Dios. Cuidado con los halagos, La Biblia dice mucho sobre la adulación ¡Y nada de eso es bueno! Cuidado con ser sarcástico. Esa fue la manera que usaron los religiosos sin amor.

Ahora vamos con la respuesta de Jesús. Los judíos odiaban y despreciaban al emperador. Era un punto delicado para la nación de Israel porque era un recordatorio constante de su sujeción a la Roma pagana. Odiaban el impuesto con amargo odio. Entonces, si Jesús dijera que pague, la gente se volvería contra él como un traidor a los suyos, a su gente y estaría acabado. Por otro lado, si dijera que no lo pague, podría ser arrestado y juzgado por los romanos por sedición e insurrección. Tenía que decir algo.

Entonces la respuesta fue dar a cada uno lo que se merece. ¿Por qué me tientan? Ellos eran ahora como el diablo en el desierto tratando de provocar al Señor. Había una intención demoníaca en su motivación para destruir a Jesús.

En el denario que le mostraron a Jesús estaba la cabeza de Tiberio, el Emperador Romano en turno. Alrededor de su cabeza estaba escrito la abreviación para “César Tiberio, el Augusto Divino.” En la parte posterior estaba el título de “Pontifex Maximus,” declarando que César era el sumo sacerdote del Imperio Romano.


Mientras Jesús sostenía la moneda, Él sabía que el gobierno de César pronto traspasaría su mano y le crucificaría. Aún así Él dijo, “paguen sus tributos al gobierno Romano.” ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Jesús esencialmente dijo, “Reconocen ustedes la autoridad civil de César cuando utilizan sus monedas; están obligados a pagar los impuestos que él pide.” Dad a César lo que es de César: Si tomamos ventaja de los beneficios del gobierno, entonces estamos obligados a someternos al gobierno, siempre y cuando no infrinja nuestro servicio para con Dios.


“Y dale a Dios lo que es de Dios.” De la manera que es importante el dar a César, también debemos de dar a Dios lo que es de Dios. La moneda pertenecía a César porque su imagen estaba grabada en ésta. Pero nosotros debemos darnos a nosotros mismos a Dios porque su imagen está grabada en nosotros.

Desde que empezó el nuevo año, veo a todos muy ocupados. No olvides darle tu primer tiempo al Señor.


Con amor

Martha Vílchez de Bardales


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