“Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron, y con que contra mí se rebelaron.” Jeremías 33:2-3;6;8.
Las mejores lecciones espirituales se aprenden después de orar.
Jeremías continuaba encarcelado, el rey Sedequías lo puso en la prisión real por predicar en el nombre del Señor que los babilonios tendrían éxito en su campaña, por supuesto que esto lo indignó y su mejor manera de evitar que profetizara era encerrarlo en la mazmorra del palacio.
Estando en ese lugar, Dios se hizo presente para alentar a su siervo. Y le hizo una invitación que sigue siendo de inspiración para todos los que amamos a Dios y tenemos fe que nos oye:
“Clama mí, que yo te responderé. Te contaré secretos grandiosos e inimaginables que tú no conoces”.
¿Por qué el Señor le dijo a Jeremías que clamara? Clamar es importunar, gemir, afligir, suplicar, atosigar. El diccionario dice “Quejarse a gritos pidiendo ayuda”. Clamar no es un simple llamado, es mucho más que eso, viene de la palabra hebrea Cará que significa perseguir a una persona, insistir sin desmayar, acosar hasta lograr atención.
Dios, dejó su templo y el lugar santo, para dirigirse a su siervo en el lugar menos santo de todos, la cárcel, para decirle: “Clama a mí, aflígete ante mí, llora y pide ante mí, insiste con perseverancia, sin desistir y yo te responderé; y no sólo te daré respuestas, sino que te enseñaré cosas grandes, y cosas que te son ocultas, que tú, ni siquiera imaginas conocer.
Cuando somos probados, es como entrar sin salvavidas a mares tormentosos con olas que amenazan ahogarte, es como caer en un círculo de fuego que escupe llamas que te queman el corazón, las pruebas son circunstancias que pueden provocar desesperación, pero sólo si te quedas mirando la tormenta y no sabes llamar a Dios.
Jeremías estaba encerrado, pero no lo veo acongojado por el dolor, porque cuando su mente estaba a punto de divagar, Dios le dijo: Clama a mi.
Jerusalén estaba llena de destrucción y de muerte, se veía la ciudad como un lugar desolado y sin esperanza, pero a ellos el Señor les prometió sanidad y medicina, Y todavía más, les dijo que les iba a revelar abundancia de paz y de verdad. Estas promesas maravillosas están escritas también para nosotros, que somos sus hijos amados, el amor del Señor es Grande. Pero ojo, debes: Clamar.
Estos días he clamado al Señor con todas mis fuerzas, y una vez más su respuesta ha sido perfecta, Él me ha respondido y me ha enseñado que la confianza en Él nos trae beneficios, esas son las cosas ocultas que vienen cuando llamas al Señor con todo tu corazón:
Cuando clamas, aprendes a confiar en Dios. Salmo 25:2
Cuando clamas, recibes la misericordia de Dios. Salmo 52:8
Cuando clamas, recuerdas todos los beneficios que recibiste. Salmo 78:7
Cuando clamas, puedes dormir tranquilo después de orar. Job 11:18
Cuando clamas, Dios te da seguridad y confianza. Job 24:23
Cuando clamas, Dios levanta muros de protección alrededor tuyo: Isaías 26:1
Cuando clamas, Dios te librará de todo mal. Jeremías 39:18
Cuando clamas, todo lo que pidas conforme a su voluntad te será dado. 1 Juan 5:14
Podría continuar con la lista, pero te animo a seguir sumando todas las cosas que has aprendido cuando empezaste a clamar.
Gracias por seguir orando por mi Deborah, ella es una sierva de Dios.
Martha Vílchez de Bardales
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