"Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabé mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Hechos 20: 22-24
Cada día no ceso de orar por los doctores que son mis amigos, pero también por todos los médicos que están enfrentando esta pandemia. Ignoro si ellos alguna vez se imaginaron al elegir su carrera, que iban a estar ante un desafío tan grande. Normalmente la vocación de cualquier profesión surge desde temprana edad, se relaciona con los anhelos y con aquello que resulta inspirador para cada individuo. Sin embargo me pregunto, cuántos médicos estarán dispuestos a enfrentar los riesgos de la falta de seguridad, sólo por su vocación.
El apóstol Pablo tuvo siempre la vocación de ser un religioso, su afán por guardar la fe judía lo llevó a extremos como ser copartícipe del apedreamiento del primer mártir cristiano, Bernabé. Pero después de su conversión, el amor por Jesucristo lo convirtió en un misionero infatigable, dispuesto a darlo todo por su Señor. Que bueno sería que haya más cristianos que digan:
“Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo”
El apóstol no sabía que era su último viaje, no sabía tampoco si volvería a ver a quienes amaba tanto, la iglesia de Cristo; Él había sido para ellos, el evangelista, el maestro y el pastor que ansiaba seguir viendo los rostros de sus hijos espirituales, pero el peligro de lo que le esperaba, no conmovió a Pablo, no tuvo miedo, ¡la misión tenía que cumplirse! Él tenía claro su llamado.
Pablo podría cantar este Salmo desde su corazón: “A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Salmos 16:8”.
Hoy necesitamos cristianos valientes como el apóstol Pablo, cristianos con llamado divino. Para Pablo nada fue fácil, él había recibido profecías que le decían que sería aprisionado, que sufriría en el camino de viaje, que su vida corría demasiado peligro, pero nada lo intimidó, él estaba dispuesto a dar su vida por el evangelio de Cristo.
Amados hermanos, la fe cristiana es más que un gusto o una inspiración, es más que una inclinación o aptitud, es más que una vocación, la fe en Cristo te lleva a ser obediente, a sacrificar tu tiempo, a entregar la verdad del evangelio, a compartir lo que tienes, a amar con el amor de Cristo Jesús.
Dios te escogió y llamó para ser un cristiano no sólo de vocación, sino un cristiano apasionado por las almas que están enfermas y deprimidas porque no tienen esperanza ni fe. Hoy que estamos viendo a tantas almas partir, pídele al Señor que te use como un evangelista valiente que anuncia el mensaje de Gracia y Perdón.
Oración: Padre mío, dame la valentía y la seguridad que necesito para no quedarme callado, ahora que todos corren con miedo, pon las palabras en mi boca para hablarles que tú eres el Redentor que sanará sus cuerpos y salvará sus almas.
Martha Vilchez de Bardales
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