¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. Bendito tú, oh Jehová; enséñame tus estatutos. Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca. Me he gozado en el camino de tus testimonios más que de toda riqueza. En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras. Salmo 119:9:16
Una de las razones poderosas por las que muchas madres claman de rodillas es por la vida de sus hijos, es que muchos de los jóvenes que venían de niños a la iglesia, ya no quieren participar por muchas razones. Por ejemplo en esta etapa del muchacho, el buen juicio y la prudencia son dejados de lado por las emociones que se inclinan a la pasión y la diversión; todo parece tener el fresco brillo de la novedad, por eso para ellos, parece ser suficiente apoderarse de las nuevas alegrías que los inundan. La iglesia, la fe, la Biblia y el amor a Dios ya no son necesarios para sentirse satisfechos.
Cuando éramos jóvenes los amigos y la sociedad nos invitaban con insistencia, “Ven, diviértete, no te reprimas, hazle caso a tus deseos, sólo una vez se es joven” Es el mismo mundo que ahora invita a tus hijos con la misma vehemencia: “Diviértete goza tu juventud, vive la vida al máximo, no te arrepientas de nada, total eres joven, ya cuando seas mayor como tus padres, podrás ser religioso y correcto”
Esta invitación del mundo es opuesta al llamado de Dios: Gente joven: ¡la juventud es hermosa! Disfruten de cada momento de ella. Hagan todo lo que quieran hacer, ¡no se pierdan nada! Pero recuerden que tendrán que rendirle cuentas a Dios de cada cosa que hagan. Eclesiastés 11:9. Es decir tienes toda la libertad para hacerlo todo, pero no todo te conviene, eso es lo que está diciéndote hoy el Señor.
Mientras el mundo provoca a los jóvenes diciendo una verdad como excusa para que hagan lo que se les da la gana, Dios dice que en efecto esta etapa es la mejor para vivir con alegría y eliminar las tristezas, pero no dice que se vuelvan egoístas, rebeldes, caprichosos y superficiales.
Creo que en esta etapa de la vida, los padres tienen un papel indispensable para que los adolescentes y jóvenes aprendan a mantener limpios sus caminos y así no se alejen de su compromiso con Dios. Por eso debemos estar atentos a los desafíos que ellos enfrentan para aconsejarles, pero sobre todo oírles con comprensión y sabiduría.
Conocer sus desafíos nos ayuda a ser mejores consejeros y guías espirituales:
Los jóvenes tienen mucho vigor y energía, pero también un claro sentido de apatía y negligencia, lo que los hace irresponsables y despreocupados.
Tienen falta de discernimiento para reconocer el mal y lo que les hará daño.
Tienen un gran deseo de conquistar su independencia.
Tienen madurez física y sexual que puede ir más allá de la madurez espiritual y moral.
Quieren ganar el dinero y la libertad que esto aporta.
Quieren ser aceptados por compañeros que enfrentan los mismos desafíos.
Los chicos no quieren ser vigilados, quieren que se les de confianza, quieren que creamos que todo está bien con ellos, pero los padres deben saber que en vez de “amigos” debemos ser la autoridad que ellos vean como el ejemplo a quien podrán acudir cuando se equivoquen.
La autoridad de los padres debe estar regulada y confirmada por la palabra de Dios. Para usar otra metáfora, no sirve de nada tener un guardia vigilante a menos que el guardia tenga una linterna. La Palabra es la LUZ que encaminará a nuestros amados a limpiar su camino. Si no pones luz en la frontera de división que lleva al libertinaje, si ignoras la voz de Dios por oír el reclamo de tus hijos, si no pones límites claros de lo que significa tener temor a Dios, ellos se desviarán por completo y su regreso será más difícil.
La Palabra de Dios es clara y contundente, y no hay vacilación en cuanto al bien y al mal. Ayudemos a nuestros hijos en oración, pero también sigamos enseñando que la Biblia contiene la mejor guía de conducta que se puede aplicar a la diversidad de carácter, edad, cultura, etc. Los principios de Dios son eternos y útiles para todos nosotros.
Que Dios nos siga ayudando a formar hijos que le amen y sirvan.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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