“He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.” Santiago 5:4-6
Por favor lean desde el versículo uno al seis. Este capítulo comienza con una exclamación severa: ¡Vaya ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.
Esta amonestación no está limitada solamente a los ricos, si fuera así, muchos podríamos escapar de la exhortación alegando que las riquezas de este mundo están muy lejos de nosotros, Santiago más bien está demandando al pueblo de Dios que dejen de mirar a los ricos y famosos, que no aspiren a tener esa clase de fortuna, que no miren con ojos envidiosos ni se sientan frustrados por no poder alcanzar esas cosas a pesar que trabajen con ahínco.
Pero Santiago también exhorta a los creyentes "ricos", porque pusieron a Dios, muy lejos de su vidas. El rico es aquel que se ha inflado de orgullo, y que se ha olvidado de Dios. Esta pandemia ha producido muchos ricos que ahora están demasiados concentrados en ganar, según ellos para sobrevivir, y se han apartado de Dios o se acuerdan de él si sufren alguna prueba.
A estos ricos Santiago les reclama: “orad y aullad”
Al mismo estilo de un profeta del Antiguo Testamento, Santiago le dice a los ricos que lloren, porque aunque ellos no lo ven, les vendrá la miseria, y todo lo que acumularon para su seguridad, se quemará:
“Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego.”
La gente se desespera por tener tres tipos de riquezas:
Comida para deleitarse
Vestimentas de marca y excelente calidad para lucir
Oro y la plata para comprar y acumular.
Entonces el hermano de Jesús dice: Esa comida que acumulas se pudrirá, la ropa que llena tu armario será comida por la polilla y el oro y la plata que guardas celosamente, se llenarán de moho. Esas cosas no valen nada por sí mismas, por lo tanto ¿Cómo te atreves a relegar a Dios?
Santiago reprende a los ricos que se olvidaron al Señor, por eso esta Palabra es para nuestros tiempos porque el amor de muchos cristianos casi se ha esfumado por la preocupación a la enfermedad, el miedo al contagio, el afán del trabajo, y las cosas de este mundo.
Es necesario arrepentirse, llorar y lamentarse, ponerse a cuentas con el Señor porque si persisten en esa actitud indiferente Dios en su justicia traerá castigo, la prosperidad se acabará más pronto de lo que imaginan.
"Ustedes los ricos han vivido con mucho lujo, y se han dado la gran vida en esta tierra. Han engordado tanto que parecen ganado listo para el matadero."
¡Que palabras tan duras! Pero Santiago empezó a exhortar y nadie lo detuvo porque era boca de Dios. Cuando dice que habían engordado sus corazones quiere decir que se entregaron completamente a satisfacer sus necesidades personales, completamente enviciados por agradar sus sentidos olvidando que Jesús nos dio ejemplo de ser dador y servidor.
Era tan importante para ellos seguir enriqueciéndose que se olvidaron de la iglesia, de los hermanos en la fe, se olvidaron de compartir, servir, consagrarse y de bendecir. Los ricos retuvieron salarios, retuvieron ganancias, se llenaron de muchos bienes y no fueron compañeros de nadie, infieles y duros de corazón, hasta privaron al justo de lo que le correspondía.
Vivían con complacencia y no tenían en cuenta a los demás (como el hombre del relato de Jesús sobre el rico y Lázaro Lucas 16:19-31. Los ricos condenaron y asesinaron desde su posición de poder.
Aplazar el pago es una especie de estafa, ya que despoja al empleado del beneficio de tener una vida digna, los ricos en la época de Santiago prefirieron enriquecerse con codicia en vez de preocuparse por el empleado que pasaba hambre. Pero no sólo a los obreros, sino que explotaron a las viudas, huérfanos, extranjeros, pobres y a todos los desposeídos.
Ten cuidado que tu corazón no siga engordando por alcanzar el mundo, olvidando a Dios. El Señor siempre cuida de sus hijos y es severo con el que lo desprecia.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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