“Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.” Efesios 5:3-4
Segunda de Timoteo 2:16-18 dice: ”Evita las conversaciones inútiles y necias, que solo llevan a una conducta cada vez más mundana. Este tipo de conversaciones se extienden como el cáncer”
Ayer vimos que el apóstol pidió que imitemos a Dios en todo, pero ahora él pone un entre paréntesis en su pedido y agrega un detalle importante, no tengan como tema de conversación, las cosas necias porque esto no es propio de los hijos de Dios.
Recuerdo que cada fin de semana regresaba a mi casa después de una semana de estudios en el seminario, vivía en el internado, así que toda la semana sólo veía biblia, comentarios bíblicos, diccionarios bíblicos, geografía bíblica, historia del cristianismo, etc. Cuando estaba con mis hermanas menores entonces cambiaba mis temas, y nos dedicábamos a hablar sobre moda, chicos, películas o series de televisión.
Seguramente en algún momento de nuestras charlas la conversación se iba haciendo más inútil, las risas más desenfrenadas y los comentarios más subidos de tono, entonces papá aparecía con la ceja levantada, eso bastaba para hacernos reaccionar.
Creo que el apóstol también tuvo que intervenir para hacer recordar a los creyentes del primer siglo que las conversaciones debían ser apropiadas y dignas de santos.
Ahora bien debemos notar el tema de la apelación moral que demanda el apóstol, no se trata de “evitar estas cosas para que puedas ser un santo”. Más bien, “ si eres un santo; ahora vive como corresponde a un santo”. Por lo tanto “sé quien eres en Jesús”.
Pablo nos da una lista de los temas que no deben ser parte de una conversación sin propósito: La lista empieza con pecados sexuales, fornicación (porneia), una palabra amplia que describe el pecado sexual. Inmundicia, palabra amplia para el comportamiento moral “sucio”, especialmente en un sentido sexual. Necedades, que tiene la misma idea a la inmundicia. Truhanerías, que tienen la idea de un humor sexual impuro e inapropiado (chistes obscenos).
Al igual que en nuestros tiempos en Éfeso era normal la inmoralidad sexual, pero ahora se le denomina amor genuino. Pero Pablo no sólo menciona los temas sexuales, sino también las palabras deshonestas. Las “palabras deshonestas” es literalmente “una forma fácil de hablar”. En el contexto, la idea es de quien puede convertir cada conversación en un comentario con un doble sentido.
¿De qué se habla cuando hay reuniones de creyentes maduros, teólogos y exégetas bíblicos? A veces se pierde mucho tiempo tratando de resolver temas que no tienen que ser conflictivos como, ¿un pastor debe entrar a la política si o no?, ¿se puede casar a un divorciado?, ¿estará bien que una mujer enseñe en un púlpito?, ¿Qué se hace con los hijos rebeldes del pastor? y la lista de temas “conflictivos” es larga.
Pablo menciona el término “palabras deshonestas” no sólo por el campo de lo sexual, la deshonestidad es ausencia de integridad, es una actitud que afecta negativamente a las relaciones, el ser deshonesto con alguien es tan dañino y duradero como las heridas físicas. En Proverbios 25:18 dice: "Martillo y cuchillo y saeta aguda es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio". La persona que habla con deshonestidad habla “necedades”, y esa palabra abarca toda conversación ociosa que no conduce a nada. Podemos traducirla literalmente “hablar sandeces”.
MacArthur define la deshonestidad como el tipo de conversación que solo satisface a una persona intelectualmente deficiente. Pero el problema con hablar sandeces es que muchas veces conduce a conversaciones indecentes, o a comentarios que de una forma u otra alimentan la carnalidad orgullosa del necio o minan y desprecian la reputación de otros.
¿Cómo deberíamos conversar siendo cristianos? “Antes bien acciones de gracias” Como sabemos Pablo sufrió muchas cosas siendo un creyente y siervo de Cristo, sufrió martirio, persecución, prisión, naufragios, azotes, y sin embargo sus palabras estaban llenas de acciones de gracias. Para mi entonces, si empiezo a hablar tonterías, si mis conversaciones se vuelven quejas o críticas, si me río de lo indecente, si sólo hago comentarios para juzgar, minimizando a mi hermano, ya me volví una ingrata con Dios.
Espero que esta meditación te ayude a evaluar los motivos que expones cuando entablas un diálogo con cualquier persona, que tus palabras sean honestas siempre.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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