“Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.” Santiago 1: 2-4
Reinicio los devocionales, ahora con un poco más de tiempo, pero sigo fuera de mi país.
Cada vez que aparece una prueba en tu vida, debes leer y meditar en Santiago, él nos exhorta a sobrellevar las pruebas con ánimo alegre. A veces parece que los problemas que enfentamos son duros e imposibles de sobrellevar, pero para los judíos a quienes les fue escrita esta carta las cosas realmente si fueron duras.
Los judíos creyentes estaban abrumados por todos lados, todos los pueblos los odiaban y despreciaban donde quiera que iban, todavía era más difícil porque siendo judíos cristianos, su propia nación se volvió enemiga de ellos, así que Santiago escribió esta carta para consolar a esta iglesia perseguida y dolorosa.
Cuando pensamos en nuestras pruebas pensamos que son las dificultades que nos quitan la tranquilidad ¿Pero de qué tipo de pruebas estaba hablando Santiago? ¿Acaso se refería a problemas como: quedarse sin dinero, quedarse sin trabajo, tener un hijo enfermo, o problemas cotidianos?
La palabra griega traducida "pruebas" ( peirasmois ) significa un exámen, prueba, o comprobación. Cuando somos probados debemos resistir para mantener la fidelidad, integridad, virtud y constancia y no apartarnos de Dios.
Santiago nos explica que en las pruebas que vivimos seremos tentados a ceder ante la desesperación para volvernos como un pecador apartado de la fe, o soportar con paciencia y gozo, permaneciendo fieles al Salvador.
Cualquier prueba puede constituir una prueba de nuestra fe, es decir, una tentación de dejar de confiar y obedecer a Dios. Las pruebas que se enfrentan correctamente son inofensivas para un creyente maduro, pero las que se enfrentan incorrectamente se convierten en tentaciones para el mal
Santiago aconsejó en esta carta que vieran los diversos tipos de pruebas y tribulaciones que estaban encontrando en sus vidas como oportunidades de crecimiento. No los obligó a que se regocijaran de estar pasando por pruebas.
Tampoco quiso enseñarles a ser hipócritas y demostrar risas y alegría con una actitud masoquista que se regocija de forma antinatural con las experiencias dolorosas. Más bien les ordenó que consideraran sus pruebas como oportunidades rentables aunque desagradables.
Las pruebas son ocasiones para el gozo, no para una resignación desalentadora. Podemos tener sumo gozo en medio de las pruebas, debido a que son utilizadas para producir paciencia.
Las pruebas revelan qué tipo de fe tenemos; no es que Dios no sepa qué tipo de fe tenemos, sino que su voluntad es hacer crecer nuestra fe a nuestros propios ojos y a aquellos a nuestro alrededor.
Cada vez que enfrento una prueba es un doble reto porque la Palabra me insta a no perder la esperanza y alegrarme con fe, no es fácil, pero con Cristo, todo es posible.
Con amor,
Martha Vílchez de Bardales
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