“Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos.” Filemón 1:4-7
Varias cartas fueron escritas por Pablo desde la cárcel, Efesios, Filipenses y Colosenses, pero la breve carta a Filemón, fue una escrita durante el primer encierro de Pablo en Roma, para una persona que debía perdonar a un pecador.
Se calcula que había unos sesenta millones de esclavos en el Imperio Romano, Onésimo era uno más de ellos. No había ninguna ley que amparara los derechos de los esclavos, ni respaldara su protección. Los amos tenían el derecho de vida y muerte sobre sus esclavos. Podían torturar, encarcelar, castigar, azotar y matar. Los esclavos no eran más que herramientas de trabajo vivas.
En ese período de la historia había diferentes métodos para que un individuo se convirtiera en esclavo. Por ejemplo si nacía de una madre esclava, por cometer algún crimen específico, o por pertenecer a una nación que había sido conquistada por otra. Te podías convertir en esclavo si no pagabas tus deudas, y en algunos casos el padre pagaba sus compromisos vendiendo a sus hijos como esclavos. En el Imperio Romano, los esclavos se negociaban por entre 500 y 60.000 denarios.
La carta de Pablo a Filemón en nombre de Onésimo revela el poder transformador de la salvación en Jesucristo. Es que tienen que saber que el significado del nombre “Onésimo” es “provechoso”, pero para Filemón se convirtió en alguien "inútil" por su traición al robar y huir. Por eso Pablo hace un juego de palabras, diciendo que Onésimo (provechoso) había sido "inútil" para su amo Filemón, pero ahora, desde su conversión se había vuelto "útil" no solo a Filemón, sino también al propio apóstol.
Eso es lo que hace el evangelio en quienes lo reciben y obedecen. Nos da un ejemplo claro de cómo debemos ser los cristianos, pensamos y actuamos de forma diferente porque aplicamos la Palabra de Dios a cada etapa de la vida.
Pablo apeló a un hombre convertido que debía poner en práctica el amor en acción, porque eso es perdonar. Así como Dios obra con amor y perdón, quiere que mostremos el mismo perdón. Esta debió ser una petición muy difícil de obedecer para alguien lleno de indignación y en busca de venganza, Pablo quería que lo recibiera ahora como un hermano en Cristo, le diera libertad e incluso lo vuelva donde Pablo, ya que el apóstol lo encontraba útil en el servicio de Dios.
¿Les parece que Pablo minimizó el pecado de Onésimo? Cuántos creyentes crees que hay que evitan a las personas que no quieren perdonar?
El agraviado tiene muchas razones para sentirse víctima e injustamente golpeado. Sin embargo, como creyentes, tenemos que reconocer que si podemos tener alguna capacidad y disposición para ofrecer “gracia”, es el resultado de la obra salvadora de Cristo en la cruz. Por ese hecho, el perdón sirve como un elemento rotundo que evidencia quiénes decimos que somos, y cómo esperamos vivir nuestras vidas.
Cuando no perdonamos, la amargura se arraiga en nuestro corazón y nos ahoga la juventud, las fuerzas y la vida. Permíteme preguntarte ¿De qué manera el perdón ha sido una lucha para ti desde que aceptaste el perdón de Cristo? Por favor lee esta carta con hambre de ser libre del rencor. Sólo Dios puede librarnos de las garras del resentimiento, él nos da un corazón renovado para que podamos restablecer incluso, relaciones perdidas.
Antes de pedirle que reciba a Onésimo, el apóstol le agradeció a Filemón, por todo su amor y fe, primero hacia Jesús y después hacia los santos: “Le pido a Dios que tu participación en la fe sea tan activa que te sirva para conocer todo lo bueno que podemos hacer a favor de Cristo. Estoy muy contento y alegre porque con tu amor, hermano, has animado al pueblo de Dios.”
Alguien que tenía tanto amor por la iglesia y que servía con compromiso y activamente, podía recibir a un pecador. Eso es algo que nunca debemos olvidar porque a veces nos sentimos tan redimidos que perdemos la empatía para ayudar a los que están perdidos sin Cristo, o incluso, a los hermanos que se apartaron de Dios. Si llegaste a considerar que alguien se convirtió en alguien inútil en tu vida, en un estorbo y causa de tropiezo, y esa persona es un cristiano. Te pido que tu oración sea, ayúdame Señor a perdonar, porque ese creyente quiere ser útil para tu iglesia, que no sea yo impedimento porque guardo rencor. En el Nombre de Jesús.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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