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Foto del escritorIB La Molina

Carta pidiendo perdón

“Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro.” Filemón 1:1



Esta carta es la más corta de todas las cartas de Pablo, y fue dirigida a Filemón con el objetivo de interceder por su esclavo fugitivo y recién convertido. Comienzo a meditar en esta carta y lo primero que siento en cada verso es la evidente preocupación de un pastor por su oveja. Pero también puedo ver una demostración práctica de la fraternidad en Cristo, donde “no hay esclavo ni libre” Gálatas 3:28 .

Esta carta es entonces un manual de amor cristiano y perdón. Porque se evidencia claramente el poder del evangelio para ganar a un ladrón y esclavo fugitivo, y para cambiar la mente de un amo resentido.

Esta hermosa carta de sólo un capítulo y veinticinco versículos parece abrazar revelaciones tan firmes como hermosas tan bien expresadas que sobresale como una joya pequeña pero llena de amor.

Cuando escribo un devocional quisiera expresar en cada palabra sentimientos profundos, enseñanzas valiosas que el Padre me revela al meditar y orar, pero no puedo formular oraciones completas sin evidenciar mi falta de preparación, sin embargo hoy, al leer Filemón encuentro una nueva meta, porque aunque en estos tiempos el arte de escribir ha sido reducido a emoticones, o pequeños mensajes de texto, esta breve carta me demuestra que se puede decir mucho con pocas palabras.

El esclavo fugitivo y ladrón, se convirtió en un creyente líder, llegó a ser un destacado miembro de la iglesia de Colosas. Muestra indiscutible que podemos tener un pasado, pero Cristo cambia el presente y nos da un nuevo futuro. Onésimo había escapado a Roma y allí, providencialmente conoció cara a cara a Pablo, y lo mejor de todo encontró a Cristo como su Salvador.

Es increíble cómo una persona puede ser transformada, creo que Pablo vio en él no a un religioso, sino a un sincero arrepentido, por eso se hizo querer por el apóstol. Pero Pablo también sabía que el ahora hermano Filemón, fiel servidor de Cristo, era el esclavo legítimo de Filemón, por lo que empezó su proyecto de restablecer esa relación dañada.

A veces cuando una persona recién se convierte, le decimos que Dios sepulta su pasado, así que ya no tiene que recordar sus pecados porque, argumentando con la Biblia, “Dios no se acuerda más de ellos”.

Pablo se encontró con un líder que ya estaba sirviendo con fidelidad, seguramente, quería darle más oportunidades de ministrar en otros lugares, pero no lo hizo, primero, tenía que regresar con Filemón y arreglar sus deudas.

La ley romana incluía en sus reglamentos de condena un cruel castigo para quienes cometían delitos como los de Filemón, él siempre estaría en peligro, porque las consecuencias eran peores que el pecado mismo. El esclavo estaba absolutamente a disposición de su amo por la menor ofensa, podía ser azotado, mutilado, crucificado, arrojado a las fieras, asesinado con crueldad. Pero Filemón ahora era un hermano cristiano, y Pablo con mucha delicadeza apeló por su hermano en Cristo.


Pablo quiso ayudar para que sea libre totalmente, pero no lo envió sólo, él fue con él, en esta carta llena de amor. Se hizo responsable de las deudas que tenía Onésimo, y pidió que se carguen a su cuenta. ¡Qué tal pastor de pastores!

Sólo veinticinco versos dedicados a una persona para lograr que sea perdonado. Algunos estudiosos dicen que Pablo debió haber escrito otras cartas privadas, pero sólo esta llegó a nuestras manos con propósito divinos.

En mi caso (perdonen que tenga que darles un ejemplo personal) me enseña la importancia de resarcir, reparar, y enmendar toda relación con toda persona, sea creyente o no. Como saben Cristo nos reconcilió con el Padre en la Cruz: “Por medio de su muerte en la cruz, Cristo puso fin a la enemistad que había entre los dos grupos, y los unió, formando así un solo pueblo que viviera en paz con Dios.” Efesios 2:16.

El Señor nos dio ejemplo con su sacrificio sobre el valor de la reconciliación, no puede haber enemistad entre creyentes que han sido redimidos y perdonados. La armonía entre hijos de Dios debe ser siempre un ejemplo a este mundo que pelea contra Dios. Que Dios nos ayude a tener esto en claro para que intercedamos como Pablo, o seamos como Filemón yendo en busca de quienes ofendimos.

Con amor

Martha Vílchez de Bardales


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