"Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados.Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias.El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él.Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová. Jehová redime el alma de sus siervos, Y no serán condenados cuantos en él confían". Salmos 34:4-10,19, 22.
Cada día hay noticias más alarmantes de lo que sucede con el avance del virus en las regiones del Perú. Vi una imagen impactante, una docena de cadáveres, envueltos en bolsas de plástico amontonados unos encima de otros dentro de un salón que parecía ser una morgue. El video, que no duró más de 20 segundos, fue grabado en la morgue municipal de Iquitos, la capital de la región de Loreto, que debido al aumento dramático de muertes a causa de la pandemia de Coronavirus en los últimos días, se encuentra totalmente desbordada.
Creo que hoy debemos buscar a Dios con todo el corazón, pero también obligarnos a actuar, orando con todas las fuerzas por nuestros hermanos.
Siempre le pido al Señor que me de palabra fresca para calmar la angustia que me da cuando veo o escucho noticias tan duras, ¿Cómo no acongojarme por tanta gente que sufre y no poder salir para ayudar? El gobierno dice inamovilidad absoluta y hay que obedecer. Pareciera que estamos escondidos.
Precisamente David escribió este Salmo 34, cuando estuvo escondido en la cueva de Adulam, porque el rey Saúl buscaba matarlo. David rodeado de unos pocos fieles soldados, compuso y entonó este cántico de confianza en Dios. La canción comienza con una adoración: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo, su alabanza estará de continuo en mi boca.” ¿Cómo pudo cantar David cuando su verdugo lo tenía acorralado? ¿Cómo se puede cantar cuando el asesino está a la puerta acechando? ¿Cómo se puede estar contento cuando la plaga quiere entrar a tu casa? David nos enseña cómo hacerlo:
Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores”
David nos da la clave para encontrar tranquilidad a pesar de la tormenta. Él nos da testimonio de que aún en la prueba más difícil, es mejor alzar los ojos y mirar al Padre Celestial en vez de mirar las circunstancias. David buscó a Jehová, le buscó pidiendo socorro y Dios oyó a su siervo, lo oyó con amor, simpatía, y acción. Dios respondió y libró a David de todos sus temores. Pero aquí debo darte un dato importante, David no estuvo sólo en la cueva de Adulam, lo acompañaban sus fieles soldados que quizá estaban más aterrados que él. Me lo imagino mirando al cielo adorando y de pronto sintió la mirada de sus amigos, entonces le dijo a ellos: “Los que miraron a él fueron alumbrados” Así el dulce cantor los invitó a hacer lo mismo que él.
Al mirar hacia Dios somos alumbrados, porque en la Presencia del Santo, no hay tinieblas ni confusión.
Seguramente Pablo tomó esta verdad al decir: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18). Pero la parte que más me emociona es cuando David afirmó: “Y sus rostros no fueron avergonzados”. David no estaba para nada en victoria o bendición cuando escribió este capítulo. Fue perseguido, humillado, escondido y amenazado por todas partes, pero lo que lo sostenía era una sincera relación con Dios, David nos enseña a depender de Dios. ¿Cómo depender de Dios cuando ya no se tiene forma de subsistir, no hay dinero ni trabajo, no hay amigos ni libertad?
La dependencia es estar condicionado a alguien para existir, por ejemplo dependen los hijos de los padres, dependen los ciudadanos de sus gobernantes. Justamente cuando nuestra dependencia para existir está sujeta sólo al trabajo, al oficio, a la familia, o al gobierno, si ella no puede cumplir entramos en desesperación. Por eso es mejor depender de Dios. Los cristianos dependemos de Dios. Recuerda este verso:
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5.
Como hijos de Dios dependemos de Él, Cristo se comparó a la vid y a nosotros su pueblo como los pámpanos, somos llamados a una absoluta dependencia, así como las ramas dependen para su subsistencia del alimento que la vid le suministra, así debe ser nuestra dependencia en Cristo. David nos enseña a depender de Dios, porque es inútil que nos esforcemos en construir y hacer nuestras vidas solos, es necesario de aprendamos a depender del Señor, porque Dios es el que da la respuesta, la salida y la victoria a todas nuestras situaciones.
Una vez más David declaró: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende” El joven pastor que apenas había escapado de la muerte y aún seguía siendo un hombre cazado y buscado por el Rey Saúl, sin embargo seguía lleno de alabanza, dependencia y confianza, sabiendo que Dios tenía un campamento angelical alrededor de él. Eso es lo que quiero ver en este momento, campamento de ángeles en cada región de mi amado país, cuidando de la vida y la salud de los siervos de Dios.
Martha Vílchez de Bardales
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