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Foto del escritorIB La Molina

Amigos en la adversidad

“Viendo, pues, David que Saúl había salido en busca de su vida, se estuvo en Hores, en el desierto de Zif.  Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios.” 1 Samuel 23:15-16



La amistad es uno de los mayores regalos que Dios te da. Podría mencionar a amigos queridos en esta nota, algunos que viven muy cerca, y otros que viven tan lejos que mientras yo estoy de día en mi continente, ellos duermen en el otro continente. Aún así y a pesar de la distancia los verdaderos amigos buscan siempre seguir comunicados porque saben que llamadas y mensajes hacen mucho bien al alma necesitada de afectos íntimos y verdaderos. 


Siempre digo que los amigos en Cristo hacen mucho bien porque te animan a amar a Dios con todo el corazón, alma y mente. Un pastor dijo que el objetivo de la amistad es hacerle recordar al amigo que no debe salirse de cumplir la voluntad de Dios.  


El texto que hoy les comparto trata de cómo una amistad sincera fortaleció a David en un momento de mucha ansiedad.  Jonatán, el amigo de David, es un excelente ejemplo de verdadera amistad. David estaba en el exilio, escondido en el desierto de Zif, cuando se enteró de que “Saúl había salido a buscar su vida” ( 1 Sam. 23:15 ). Jonatán fue a Hores para encontrar a David. El significado de esta escena radica en la intención de Jonatán, porque ayudó a David a encontrar fuerza en Dios o, como dice el texto, “fortaleció su mano [agarre] en Dios” (v.16).


Ésta es la esencia de la amistad cristiana. Más allá de los intereses comunes, más allá del afecto, más allá del ingenio y la risa, está el objetivo final de sembrar en los demás palabras de vida eterna, dejándoles recordatorios de la sabiduría de Dios, refrescando su espíritu con palabras de su amor y fortaleciendo su agarre en Dios.


"Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!" Eclesiastés 4:10

Pero en el Nuevo Testamento tenemos otro ejemplo de amistad, cuando el apóstol Pablo fue encerrado en un húmedo calabozo romano, esperando su ejecución. No pudo evitar sentirse herido porque muchos antiguos amigos lo habían abandonado. Pero alguien no lo abandonó en su momento de mayor desgracia, ese fue Onesíforo. 


Este hombre dejó a su familia y un ministerio activo en Éfeso para hacerse amigo de Pablo. Cuando llegó a Roma, buscó diligentemente dónde estaba encarcelado Pablo ( 2 Ti 1:17 ). Y visitó valientemente al apóstol una y otra vez. Pablo dijo de Onesíforo: "Muchas veces me dio aliento, y no se avergonzó de mis cadenas" (2 Timoteo 1;16) ¡Cuán agradecido estaba Pablo por la amistad de Onesíforo!


La adversidad es la prueba de la verdadera amistad.

Pero también puedo comentarles sobre dos personajes que nos traen ejemplo de una fe inquebrantable, ellos son Job y Daniel, ambos tuvieron mucho en común. Ambos pasaron por serias pruebas y desafíos. Ambos tuvieron gran éxito gracias a la bendición de la presencia de Dios en sus vidas. Ambos son vistos como gigantes de la fe, uno por su paciencia en el sufrimiento y el otro por su pureza en una cultura impura.


Pero ellos, tuvieron algo más en común: cada uno tenía tres amigos importantes. Sin embargo, aquí terminan las similitudes. Los amigos de Job se convirtieron en un aguijón en su carne, ofreciéndole condenación cuando necesitaba compasión y compañía. Mientras Job luchaba con la pérdida y el dolor, Elifaz, Bildad y Zofar parecían empeñados en intensificar su dolor en lugar de ayudarlo en su adversidad.


En cambio los tres amigos de Daniel fueron muy diferentes. Fueron llevados cautivos juntos a su amigo, Daniel. Sadrac, Mesac y Abed-Nego, se apoyaron con Daniel y se fortalecieron mutuamente en tiempos difíciles. Se mantuvieron unidos para:

  • Honrar a Dios (Daniel 1 )

  • Orar ( Daniel 2:17-18 )

  • Y para negarse a inclinarse ante la imagen del rey ( Daniel 3:16-18 ).

¡Este es el tipo de amistad que debemos dar y esperar a cambio!

Al recordar estos personajes me he preguntado ¿Qué clase de amiga soy? Y he terminado orando que Dios siga transformando mi mente, que se note el cambio en mis actitudes y pueda ofrecer una amistad que bendice y no abandona nunca.


"Tengo muchos deseos de verlos para impartirles algún don espiritual que los fortalezca; mejor dicho, para que unos a otros nos animemos con la fe que compartimos." Romanos 1:11-12

Feliz día queridos amigos.

Con amor:

Martha Vílchez de Bardales.


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