“Señor, a ti dirijo mis súplicas. Dios mío, en ti confío, por eso nunca seré humillado, y mis enemigos nunca me vencerán. Quien crea en ti nunca será derrotado; pero en cambio, los traidores serán derrotados y quedarán con las manos vacías. Señor, enséñame a vivir a tu manera. Muéstrame el camino que tú seguirías. Guíame y enséñame tu verdad, porque tú eres mi Dios y Salvador, y en ti pongo siempre toda mi esperanza. Señor, recuerda siempre ser bueno y misericordioso conmigo, como lo has sido siempre. Olvida, Señor, los pecados que cometí en mi juventud cuando fui un rebelde. Muéstrame tu bondad, recuérdame con fiel amor.” Salmo 25:1-7
David tenía muchos enemigos por eso encontramos varios salmos imprecatorios que expresan un claro pedido de auxilio, juicio y acción clara de Dios, ante estos adversarios.
La palabra “enemigo” viene del término Griego “echthros”y se usa para describir a una persona inoportuna, fastidiosa y hostil que se opone continuamente a otra persona. En la Biblia se usa “echthros” para describir a los hombres que están en enemistad con Dios por causa del pecado, y también se usa para describir a Satanás, en la parábola del trigo y la cizaña.
Los cristianos somos saboteados muchas veces por el peor enemigo de Dios, el diablo, quien usa a sus huestes para tentar: atacando y estorbando los esfuerzos nobles de los cristianos sinceros. Los enemigos traen tristeza, mucha confusión, provocan miedo y no cesan nunca de intentar que finalmente reniegues de Dios.
Si eres consciente que personas conflictivas tienen algo contra ti, por favor lee todo este capítulo porque si alguien puede enseñarnos cómo responder ante los ataques duros de un oponente, es David.
Rodeado por rivales que buscaban matarlo David encontraba su refugio en el Señor: “A ti, oh Jehová, levantaré mi alma”. Esta frase expresa entrega, sumisión y confianza en el Señor, es como si David, con sus manos extendidas hacia el cielo, dijera: “Aquí estoy, rodeado de gente que me odia, pero Señor, yo estoy completamente entregado a ti”.
Es normal que una persona atacada responda de la misma forma en que fue insultado, pero David, proclamó:
Nadie que confíe en ti será jamás avergonzado.
Muéstrame la senda correcta, oh Señor; señálame el camino que debo seguir.
Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva.
Todo el día pongo en ti mi esperanza.
Acuérdate de mí a la luz de tu amor inagotable,
El Señor me guía con fidelidad y amor inagotable
Perdona mis pecados, que son muchos.
Mi ojos están siempre puestos en el Señor,
Dios me rescata de las trampas de mis enemigos.
Que la integridad y la honestidad me protejan, porque en ti pongo mi esperanza.
Los enemigos buscan muchas razones para atormentar, aunque seas inocente ellos siembran inseguridad en tu corazón sensible, te humillan para que pierdas tu dignidad, te acusas y mienten para que te sientas sucio y merecedor de males.
Pero si estás seguro que eres un hijo de Dios, también puedes confiar que Dios no permitirá que seas humillado más de lo que puedas soportar.
Si Dios te ha mostrado el camino, te ha enseñado sus promesas, y te ha guiado en su verdad, aunque vengan muchos contra ti, no caerás en pecado defendiéndote con las mismas armas con las que eres atacado, recuerda siempre que el enemigo busca quitarte esa dignidad que recibiste como siervo de Dios. No respondas mal con mal, perdona, ora y bendice.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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