“No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, y tomes lazo para tu alma.” Proverbios 22:24-25
Hay personas que son protagonistas en los noticieros policiales porque golpearon a alguien, gritaron o insultaron y hasta mataron a alguien. Por ejemplo esta mañana desperté con el noticiero anunciando que una pareja de esposos se agarraron a gritos, que llegaron a golpes en un céntrico café de la ciudad, lo llamativo de esta noticia era que no eran una pareja desconocida en el mundo de la política y de la alta sociedad limeña.
Antes de cambiar el canal llegué a escuchar que el joven padre de familia había sido denunciado por violencia familiar y pensé: ¡Que problemas trae ser un iracundo!
Una persona iracunda se enfada fácilmente, reacciona en forma violenta ante pequeñeces y suele estar irritable. Se enfada con mucha facilidad, se siente atacado y reacciona de forma defensiva constantemente. Su rabia surge de una mala administración de las emociones, en especial de la ira. Estos amargados son tontos llenos de furia. No hay nada bueno, ni noble, ni varonil, ni inteligente en las personas iracundas, sin importar cómo intenten justificar su enojo o inventen excusas para defenderse. Los hombres y mujeres encolerizados son tontos.
Los coléricos son intolerantes y necios. No están dispuestos a tener paciencia con nadie, son esclavos eternos de emociones susceptibles que los lleva a explotar continuamente. Dice Eclesiastés 7:9 “No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.” La ira está en el seno de los necios.
Lo peor, (si hay algo peor a ser mal geniado) es justificar sus arrebatos de ira: ¡Yo soy así, ese es mi carácter y nadie me lo va a cambiar! ¿Has escuchado este tipo de afirmaciones? Hay algunos que se cubren diciendo: “Lo que pasa es que tengo temperamento “colérico”, o simplemente le echan la culpa a sus padres: “Tengo el mismo mal carácter de mi papá”.
Si bien es cierto que Dios nos creó con diferentes tipos de emociones y caracteres, también es cierto que nos capacitó para no dejarnos gobernar por ellas y usarlas en su justa medida en el momento indicado, desechando a su vez todas aquellas que provengan de un fruto de la carne o un corazón contaminado y revelado en contra de la voluntad de Cristo.
El enojo y la ira son emociones negativas que arrastran pensamientos, palabras y acciones, cargados de agresión hacia los demás si no lo sabemos manejar. Dice: Efesios 4:26,31 “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Es decir, puedes ponerte bravo pero no peques, no hieras con tus palabras, ni te llenes de amargura, no difames, no maltrates, ni pases todo el día dominado por esa rabia hasta el otro día, no dejes que se anide en tu corazón.
En cambio los sabios retrasan la ira, dice Proverbios 19:11 Los sabios dominan sus espíritus y son lentos para la ira. ¿Por qué? Porque saben que los hombres verdaderamente grandes saben cómo gobernar sus espíritus y evitar la ira. Porque saben que la ira nunca les ayuda a obrar la justicia de Dios, Santiago 1:19 . Y porque saben que la prisa airada en tal asunto los avergonzará.
“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”
Pero estos dos versos además de demostrarnos el fracaso de los iracundos también nos aconseja que no nos juntemos con estos amargados. Los hombres airados a menudo se glorían de su mal genio como señal de inteligencia o fuerza, pero solo los necios se enojan rápidamente, porque son esclavos de sus bajas pasiones. No pueden gobernar sus espíritus, por lo que Dios y Salomón los comparan con ciudades indefensas y sin muros: cualquier evento menor desencadenará su colapso y ruina total.
Ciudad desarmada y sin muralla, es la persona que no tiene autocontrol. Proverbios 25:28.
La lección es bastante clara. Evita a las personas iracundas. No te hagas amigo de ellos, no te asocies con ellos ni te conectes de ninguna manera que puedas evitar. No te asocies con un hombre colérico, porque te dolerá. No te cases con un hombre enojado, o con una mujer histérica porque te causará un gran dolor. Jesús enseñó que la ira sin causa es homicidio ante los ojos de Dios. Los necios pecan cada vez que se enojan, porque no resolverán su enojo antes de que se ponga el sol.
Los verdaderos hijos de Dios no se enojan ni se enfurecen. Están llenos de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza, Gálatas 5:22-23 . ¿Te describen estos nueve rasgos? ¿Describen a tus amigos?
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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