“Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído.” Génesis 18:15.
La cuarentena en Perú empezó el quince de marzo, hoy cumplimos treinta y ocho días que no salimos de casa, cada vez se hace más difícil para algunos tener esperanza que esto terminará pronto, a eso se suma las noticias con el número creciente de víctimas infectadas, aunque más que el Covid19, el miedo sigue atacando el alma de la gente. He pensado meditar en los personajes de la Biblia que lucharon con este sentimiento que paraliza y nos hace perder la fe.
Sara es un ejemplo de una mujer ya mayor que se rió cuando escuchó la promesa de Dios, pero después se llenó de miedo cuando se sintió descubierta.
Sara no podía creer que Dios le iba a dar un hijo como resultado de relaciones sexuales normales. Ya habían pasado tantos años y esa promesa no se había cumplido, en la cabeza de ella, ya era tarde.
Es una particularidad de algunos cristianos que descansan en la promesa de Dios por mucho, mucho tiempo, pero de pronto cuando la promesa ya está por cumplirse, ya deja de esperar confiado, se llena de duda y el miedo hace desaparecer la fe. A Sara le había cesado la costumbre de las mujeres, eso era una buena razón para que tomara las promesas de una generación multitudinaria de forma exclusivamente espiritual, por eso su risa no fue por ser una menopaúsica sino porque le pareció imposible tener un hijo por medio normal. Lo más interesante sucedió después cuando Dios la descubrió riendo:
“Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo. Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído.”
Dios oyó la risa de Sara, ya sabemos que nada se oculta de sus sentidos, imagino que la risa de ella no fue una carcajada abierta, menos una risa burlona, solamente la imagino con una sonrisa leve de duda, pero Dios vio su corazón.
Gracias a Dios que Él no es como nosotros, si mi hija no creyera en mi promesa, quizá como prueba le volvería a repetir que cumpliré, pero si otra vez se riera no aceptando mi palabra, le podría decir, te prometí y no me creíste, ya olvídate de lo que te iba a dar, por no creerme, ¡ya no te daré nada! Ahora le daré el regalo a tu hermana menor. Dios no es como nosotros, aunque Sara se rió primero, y luego se llenó de miedo y negó su desaire, Dios no le quitó la promesa. Recuerda esta promesa:
"Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo. 2 Timoteo 2:13.
Hermanos amados, para Dios no hay nada imposible, Dios puede triunfar a pesar de nuestra incredulidad, a pesar de nuestras dudas y miedo. Para Él esta enfermedad no es algo imposible detener, debemos recordar las promesas que están en nuestra mente, aquellas que cantaste, que memorizaste y compartiste con otros, pero al recordarlas debes llevarlas al corazón. Promesas que se cumplirán en el tiempo perfecto, por eso que esta espera, no te quite la fe, al contrario, vuelve a repetir esa promesa que Dios te dio, vuelve a hacerla tuya, compártela con los que amas, y Dios te dará lo que esperas. Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Oración: Padre, yo creo que cumplirás tus promesas, perdóname por haber dudado, hoy reafirmo mi confianza en ti, mi ayuda y libertador eres tú.
Martha Vilchez de Bardales
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